Opinión

Parábolas que ilustran la realidad

Durante el pasado fin de semana se afanaron los partidos en restañar sus heridas, uno; en poner la venda antes de herirse, otro; y en disimular sus cicatrices, un tercero.

Cualquier observador atento de la realidad pudiera poner nombre, e incluso apellido, a cada una de las formaciones políticas que, con congreso o sin él, se empeñaron en curarse en salud, en restañar heridas o incluso en ir poniendo la venda antes de hacérselas, todo a lo largo del pasado fin de semana, haciéndolo al mismo tiempo que la luz empezaba a animar a los pajaritos a emprender el camino de la reproducción; es decir, previo revolconcito que será aéreo, unas veces; se celebrará en otras a ras de suelo e, incluso, en una tercera y casi siempre inevitable opción, tendrá lugar sobre la inestable fragilidad de una ramita desde la que poder observar cuanto ocurre más abajo, también alrededor, para determinar si la competencia, ese espejo, trina, sobrevuela, revolotea simplemente o, de verdad, se afana en lo que se tiene que afanar. Todo para acabar afirmando, cada uno de ellos, que los demás no tienen un proyecto para España mientras nos dan a entender que ellos sí aunque ninguno nos explique en qué consiste.

Es el mundo de los altos vuelos. Nosotros, simples mortales, ajenos a los arcanos que los determinan y mueven, a ellos, a los partidos, podremos observar sus evoluciones, en el mejor de los casos; sus cópulas en pleno vuelo, en los más adfortunados; también los vuelos rasantes, los despegues en vertical o los aterrizajes forzosos en los que se empleen; ya saben, esos fallidos ejercicios de acrobacia a la que nunca estaremos definitivamente acostumbrados.

Había un chiste, que no se es que contara mucho en mi juventud lejana porque, entonces, este tipo de expresiones se consideraban de forma que si no eran tenidas por sacrílegas se le aproximaban bastante y, al menos, se juzgaban pecaminosas cuando no impuras o impropias de lo que en aquellos días se definía como “gente bien”; tan pacata era la realidad en aquellos tiempos. 

El chiste situaba a Jesús de Nazaret predicando en algún lugar próximo al lago Tiberiades, por ejemplo, rodeado de una multitud a la que se dirige admonizándole “porque y=2px…” a lo que San Pedro, girando la cabeza responde, bajando la voz y dirigiéndose a Santiago el Zebedeo: “¡Ya está éste con otra parábola!”
Como ven el chiste no es muy bueno y si me viene a la cabeza y lo traigo a colación es en razón de que, al leer ustedes los dos primeros párrafos pudieran decir lo mismo: que ya estoy siendo retorcido, que, si lo no estoy siendo, estoy resultando “parabólico” o que, en definitiva, no hay cristiano que me entienda y me explico muy malamente.

Lo digo porque algo sí que es cierto de forma que, lo dicho, pudiera contener una parábola con la que ilustrar la realidad que nos rodea. Desde la caja mágica de unos hasta la vista alegre y firme el ademán de otros, estéticamente pocas imágenes pueden recordar más a la de José Antonio Primo de Rivera que la de Pablo Iglesias en camisa, con las mangas remangadas, la mirada clara y lejos y la frente levantada. Y puestos a hacer prestidigitación y juegos malabares nada ni nadie mejor que Don Mariano, el del Pontevedra, haciendo repliegues de coordinaciones y secretarías y vicesecretarías generales.

El caso es que, ese segundo párrafo, mucho más que el primero e inicial, pudiera conducir a que los lectores, dependiendo del sentido de su voto, de la preferencia personal de cada uno de ellos, de la opción partidaria elegida en cada caso, a adjudicar a los otros dos partidos las decisiones de restañar heridas, curarse en salud o ponerse la bendita venda antes de continuar haciéndose más daño. La realidad es que nos estamos negando a ver la realidad. Nos estamos pareciendo mucho a los partidos políticos que votamos.

¿Estará el Partido Popular o habrá estado este fin de semana restañándose de una vez las heridas causadas por la corrupción? ¿Continuará Podemos curándose en salud de forma que parezca que aquí, es decir, en él, en su propio y más materno seno nada ha pasado? ¿Y persistirá el Partido Socialista y antes tan obrero en ponerse vendas en heridas que se ha de infligir a la vuelta de unos días o semanas?

En ocasiones pudiera llegar uno a pensar si lo que estará sucediendo no será que no solo no nos merezcamos los partidos políticos que tenemos sino que, lo que sería incluso peor, no nos merezcamos tampoco a los votantes que los sostienen a todos ellos, sin distinción de clases, estados, creencias o religiones.

Ustedes los lectores sabrán si esta última posibilidad es cierta. Bastará para ello con que consideren si es válida la primera de las propuestas ofrecidas: la de considerar que pudiera ser el PP quien se estuviese poniendo vendas, el PSOE quien se curase en salud y Podemos quien restañase heridas. Sin olvidar, en ningún caso, que esta posibilidad deberá ser contemplada a la luz de la que considera que sea el PSOE quien se cure en salud, Podemos quien restañe heridas y el PP quien se esté poniendo vendas.

Dicho de otra y definitiva manera: que los tres estén haciendo lo mismo y continúen dispuestos a seguir mareando la perdiz, mientras los de Ciudadanos continúan encantados de haberse conocido y persisten en perpetrar sonrisas encantadoras a diestro y siniestro sin consideración alguna.

Y mientras tal ceremonia de la confusión tiene lugar la ciudadanía empieza a contemplar, sumida en la estupefacción, el paisaje político nacional, el vuelo de pájaros y pajarillos, de charranes y gaviotas, alcatraces y albatros, buitres carroñeros, loros desvergonzados, cuervos charlatanes y diversas aves de mal agüero, ocupando el cielo de forma que empiezan a ocultar el sol y abajo, a ras de tierra, comienza a hacer ya demasiado frío. Ojalá el pasado fin de semana haya servido para algo.

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