Opinión

‘Dando gracias’ (Thanksgiving)

El día de ‘acción de gracias’ es la fiesta más celebrada en Estados Unidos, con ecos en el país cercano: Canadá. En este país tiene lugar el segundo lunes del mes de octubre; en Estados Unidos, el cuarto jueves del mes de noviembre. Es la fiesta del año que suma más desplazamientos, en un afán de juntarse familias y amigos y de celebrar, una vez más, una presencia renovada. No hay ninguna fiesta que se le iguale. Es única. Cuenta con una larga historia y con una acendrada tradición cultural y antropológica, ajena a referencias religiosas. Se celebra y se dan gracias, ya entrado el otoño, por la abundancia de las cosechas y por los bienes obtenidos. Termina un ciclo de bonanza y de ajetreo laboral, que se inició con la siembra en la primavera. En los países andinos (Ecuador, Bolivia, Perú) la marca la cosecha del venerado maíz, fuente de nueva regeneración y de míticas asociaciones étnicas. Tiene un eco en los tan celebrados magostos de la Ribeira Sacra donde, en comunidad, se celebra la última cosecha del año: la recogida y la seca de las castañas.


El primer día de acción de gracias en suelo americano tuvo lugar el 8 de septiembre de 1565, en la bella ciudad de San Agustín, situada en el estado de La Florida, la más antigua en territorio norteamericano, fundada por Pedro Menéndez de Avilés en 1565. Su impresionante baluarte y defensa semeja al que protegía a Cartagena de Indias, al norte de Columbia, a orillas del insondable Caribe, cruce de culturas, lenguas y conflictos bélicos. Sin embargo se asume que la primera fiesta (The first thanksgiving), que celebró la recogida de las cosechas y la feliz llegada al Nuevo Mundo, tuvo lugar en la plantación Plymouth, cercana a la bahía de Boston, en 1621. Un año antes, William Bradford, al mando del famoso barco, el ‘Mayflower’, desembarcó con 120 pasajeros procedentes de Southampton, Inglaterra. Conocidos como los peregrinos (pilgrims), rompían con las prácticas religiosas de su país. La mayoría de los nuevo colonos, ardientes puritanos, perseguidos por la iglesia anglicana, buscaron en el Nuevo Mundo libertad en la práctica de sus creencias religiosas. El símbolo de tal barco, y su llegada, se asocia con la libertad de creencias y con la colonización, no menos penosa y sangrienta que la llevada a cabo en los países de habla española.


La tradicional fiesta de Thanksgiving se convirtió en un celebrado símbolo de la cooperación e interacción entre los ingleses colonizadores y los indígenas de la zona. La leyenda y el mito han contaminado el lejano encuentro de dos razas enfrentadas con el tiempo entre sí. Los recién llegados celebraron el feliz viaje y la nueva libertad, en común participación con los vecinos indígenas. Se impuso el pavo como el plato central de la fiesta acompañado por una variedad de verduras, salsas y pasteles. No ha de faltar el pastel de calabaza de la zona, y menos la combinación de moras, arándanos y frutos secos. Comida abundante, excesiva, pantagruélica; festiva y familiar; entrañable y única. La fiesta más señalada en las calendas de Estados Unidos, comunitaria, nacional, ostentosa, y a la vez privada, exclusivamente familiar.


Ya antes, los nativos, las tribu Pueblo, Cherokee, Irikois y Creek habían dado gracias, con danzas, cantos y otras ceremonias, por los bienes recibidos. Cerca de Albuquerque, en el estado de Nuevo Méjico, en Santa Ana Pueblo, aún se celebra el 26 de julio una gran fiesta acompañada con la llamada danza del maíz.


Es septiembre el mes de acción de gracias entre los pueblos de los Andes ecuatorianos. Es una tradición ancestral: dar gracias a la Madre Tierra (Pachamama) por la abundancia de alimentos que ha producido, sobre todo por el maíz, que se multiplica de manera generosa. La cultura en torno a la siembra y a la cosecha del maíz ha tenido una gran influencia en la vida social, cultural y simbólica de los países andinos. El grano dorado, como se le conocía, es símbolo a la vez de la unidad, de la fuerza, de la solidaridad, de la abundancia y plenitud entre los indígenas. Su planta era considerada sagrada, y sus granos la comida de los dioses. Tal creencia ancestral aún perdura en México y ha influido e inspirado a artistas, artesanos y hasta la confección de las artes manuales. Una de las bebidas derivadas del maíz, la chicha (del Nahualt, chichiatl, ‘agua fermentada’) es consumida con abundancia en tales rituales.


Los pasajeros embarcados en el famoso barco Mayflower, en aquel lejano 1621, dieron grandes pasos hacia la libertad religiosa. Adustos puritanos, dejaron como herencia una fiesta que, año tras año, celebra el diálogo interracial y la comunión de culturas y creencias.


(*) Parada de Sil

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