Opinión

El viaje

Acaban mis doscientas horas en Málaga. Pero lo importante es el viaje. Desde Ítaca hasta hoy. La meta es lo de menos. Lo importante es el camino.

Mi viaje empieza a ser largo, y casualmente va parejo al festival malagueño. A lo largo de los últimos trece años he visto cómo abrían periódicos en cuyos equipos me he integrado con facilidad. Festivales que se han consolidado y otros que han caído. Como viajero valoro la novedad, el hallazgo, el descubrimiento. Lo que no quiere decir que desdeñe lo ya conocido. Descubrir a un igual, integrar un nuevo rostro me da la vida. Pero sólo el reencuentro incita al abrazo. Un qué bien haberte conocido es el proyecto compartido de un futuro inmediato.

Lo importante es el viaje, no la meta. Porque nunca cesan las tentaciones de parar. De instalarse. De vivir con unos mínimos de seguridad. De disfrutar las rutinas. Sucede cuando comparamos. Y siempre es frustrante comparar cuando, qué casualidad, cotejamos con los que están arriba, no con los de abajo. Nunca han corrido buenos tiempos para la lírica. Y éstos de ahora son francamente difíciles. Pero quienes hemos hecho de la necesidad virtud y pasado no pocos apuros, tenemos cierto callo. Y aunque en un momento de debilidad miremos, a los instalados, sabemos que el viaje tiene que continuar. Porque las metas, no son más que un estupendo mac guffin con el que tirar adelante.

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