Opinión

Entre el Atlántico y el Cantábrico

Insólita imagen de la playa de Corcubión, en una mañana seminebulosa.
photo_camera Insólita imagen de la playa de Corcubión, en una mañana seminebulosa.

Estas playas cantábricas, dicen que de más brumas que las atlánticas, aunque nunca cubiertas por las nieblas que cuando se asientan en las Rías  Baixas pueden permanecer días. Menos concurridas que las costeñas de las Rías Baixas, donde hace poco estuve por unos días, estas cantábricas, por contra, tienen entre 4 y 5 grados más de temperatura de las aguas que bañan las Rías de Vigo, Pontevedra, Arousa, Muros o Corcubión; si no consultad en este mismo diario el parte playero de temperaturas del agua. Pero, con todo, de menos concurrencia porque el sol, imprescindible para quienes de veraneo, aquí de menos aparición. De esto deviene que la masificación no puede darse, aunque esto entrecomillado puesto que playas antaño vírgenes como las más hermosa de todas, la de Vilarube, en Cedeira, ahora multitudinaria y casi tanto la surfera de Pantín y las que se caen por el área ferrolana: Doniños, San Jorge, Ponzos o a Frouxeira, en Valdoviño.

El veraneo, algo obligado, tal vez, es como un lanzarse a la solaina impenitente de las marinas arenas, que en más o menos plazo producirá más perjuicios que beneficios en nuestra epidermis. Hay como un culto al Sol, desmadrado, y eso que no es objeto de veneración como en el antiguo Egipto con Ra, o en las culturas mesoamericanas donde las pirámides del Sol y la Luna ocupaban los extremos de las plazas. Eran estas pirámides lugares de culto y humanos sacrificios entre aztecas y mayas, lo que no se dio en las culturas sudamericanas, casos de la de Caral-Supé  con más de 6.000 años a cuestas) o las posteriores Nazca e Incaica. Los dermatólogos advierten sobre los estragos del sol y para ver sus efectos basta darse una vuelta por la costa donde hallaremos marineros de ajada piel, aún lejos de la jubilación, y de manchas solares, esos precánceres de piel contra los que advertía reiteradamente el dermatólogo Arístides Fonseca. Que si por él fuese, cuando el sol en el cielo no debería pisarse el exterior; exageraba, pero era una manera de advertir contra los estragos en la epidermis que él veía cada día en su consultorio del Parque.

Por aquí, por Viveiro, proclamada ciudad por Carlos V, en honor del cual conserva la puerta de entrada a la que fue amurada, me encuentro de clima soportable y que raramente alcanza la treintena de grados. Raramente te das con algún conciudadano porque todos vamos en el estío hacia el cercano Atlántico, pero me encuentro a uno que fue por muchos años como ourensano ciudadano, del que un día escribía que Corredor de Comercio, que honor sobrado hacia al corretaje a la carrera, pues iba de acá para allá, en un visto no visto, firmando pólizas. Me refiero a Angel Donesteve Garra que en varias corredurías anduvo, entre las que Vigo donde devino notario por aquella ley que los convertía en públicos fedatarios más allá de las pólizas de préstamos personales. Angel, ligado por parentesco con los Perille Garra, se paseaba alguna vez con su primo José Luis, invitado semanal a estos pagos. Ya ultrapasada la jubilación y antes de parrafeo con Ángel, que siempre me recuerda la mención que hice de él cuando por Ourense iba, de lo que a mi me parecía de precipitada firma, entre Cajas y Bancos; Ángel conserva humor, salud y de tan cargado de familia hubo de unir dos pisos, y sospecho que reducidos, para acoger a ese más que clan de los Donesteve.

Salido yo de las Rías Baixas donde prohibición de canes y otras mascotas día y noche, me encuentro que por acá los canes campan en los arenales hasta pasadas las 10 h. y aún algunos caballos; una temeridad porque el tétanos está  presente. Solo falta que hagan carreras al modo de algunas playas gaditanas. Hay una laxitud en estos municipios hacia los canes playeros, a los que jinetes se suman. Y si llamas a la local policía para denunciarlo pueden contestarte con no será para tanto,  por ejemplo, u otras lindeces.

Anduvo por acá el Castilla, que ahora llaman Real Madrid Castilla,y porque tirón tiene la marca, y Raúl y Roberto Carlos que lo codirigen, reunió a muchos papanatas en torno al autocar pintado de la marca de la casa. No queremos saber cómo estaría esto si llega el primer equipo con la de madridistas que coparon el campo, porque por aquí gran parte de los veraneantes son de la metrópoli. Jugaron contra el Lugo y palmaron a pesar de su juego de pases más elaborado, pero el coriáceo doblegó al artista en el campo de Cantarrá, que fue arenal playero donde las ranas croaban antes de la digamos urbanización que se fue instalando hasta donde aconsejaba la imprudencia de arrebatar territorios a la mar, que cada año protesta enviado ingentes cantidades de arena al paseo marítimo.

En una comparativa con la urbe, llamada así Roma por antonomasia, le dicen a ésta la ciudad la de las 7 colinas, que algunas más tiene y son estas las que condicionan el clima por aquí muy tolerable, nunca tórrido, si sembrado de brisas con la característica de que por la noche la temperatura no se aleja mucho de los 20 grados hacia abajo.

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