Opinión

Existencia de Dios y ateísmo

La cuestión de la existencia de Dios tenemos que fundamentarla en los libros que se estudian en las cátedras de Teología, de Filosofía (Teodicea) y en ámbito de la fe. En la actualidad, Dios está quedando reducido a una mercancía banal, dado que lo hemos convertido en un ‘slogan’ publicitario. La enseñanza y la propaganda de Dios, en vez de hacerla desde la ciencia teológica y desde filosofía, se hace en los espacios públicos: autobuses de Madrid y Barcelona, estadios de fútbol y en edificios de cierto valor histórico, cultural y artístico. Esta forma de tratar la existencia y los problemas de Dios, esto es, las dificultades como el mal, la enfermedad y la muerte..., es ofensiva para un sector mayoritario de todas las sociedades del mundo, para los teístas, en cuyo grupo quisiera estar encuadrado siempre. La Conferencia Episcopal Española, el 23 de enero del 2009, nos dice que ‘hacer propaganda de la existencia o de la negación de Dios en lugares públicos es ofensivo y blasfemo’. Los espacios públicos no pueden ser esco gidos para presentar mensajes que ofendan las creencias de las mayorías. Los maestros de la fe en nuestra patria han calificado de ‘blasfema’ la tímida insinuación de que ‘probablemente Dios no exista’. El cardenal Rouco Varela califica esta campaña de ‘lamentable’ porque hiere el sentimiento religioso de las personas creyentes, pretende borrar la fe de los corazones de los hombres y constituye un abuso en el ejercicio de la libertad religiosa. El problema de la existencia de Dios es demasiado serio como para demostrarlo o negarlo a través de anuncios cruzados. Ateos y teístas debemos renunciar a supuestos dogmatismos respecto a Dios y pasar a un diálogo sincero. Esta campaña es un debate absurdo. Esto que está sucediendo sólo puede conducirnos a ideologías opuestas y a nuevas guerras de religión.


El nuevo siglo debe caminar por la senda del encuentro entre culturas y de diálogo entre religiones y entre creyentes y no creyentes. Tanto los autobuses ateos como los ‘teístas’ deben ser repudiados.


La fe no puede ser una fuente de preocupaciones mórbidas o angustiosas sino una esperanza y un consuelo. Es una luz que nos ilumina el camino hasta llegar a la Casa del Padre, misterioso hogar a donde llegaremos un día cansados del duro bregar. En la actualidad todo, incluso Dios, lo hemos convertido en una mercancía. El Dios en el que creemosla mayor parte de los ciudadanos no nos impide gozar de la vida, pero tenemos que poner las cosas en el lugar que le corresponden para no ser víctimas de los tres ídolos del mundo moderno y postmoderno: el egoísmo, el sexo y el poder económico y social.


Según el teólogo Smaus, el mejor de mediados del siglo XX, ‘no sabemos de ninguna persona que haya llegado a Dios sólo por la razón’. El camino para llegar a Dios es la fe. Pidámosla dado que es un don que está por encima de nuestras fuerzas y sin ella no podemos hacer nada en el orden sobrenatural al que Dios nos tiene destinados.



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