Opinión

La Fiesta de los Mayos

Los Mayos son ritos y símbolos filantrópicos que se originaron en la prehistoria, en especial en el Neolítico, cuando los hombres comenzaron a dar el salto de una economía pasiva y depredadora a otra activa basada en el cultivo, la domesticación y la recolección. Nacen para hacer propicia la agricultura, la ganadería y la caza. Comenzaron siendo ritos religiosos, cultos fitolátricos que se hacían para propiciar las buenas cosechas, para que el año fuese abundoso en frutos y ganados, para alejar tormentas, plagas, enfermedades, meigas, brujas, trasnos y aires malos. Pasaron después a ser ritos para despedir el invierno y el retorno de la primavera. Ritos que se hacían para festejar la muerte de una estación y para anunciar la llegada de otra. Una acción de gracias por la llegada del buen tiempo. Hoy son sólo ritos lúdicos y recreativos. Son un pretexto para hacer arte popular. Manifestaciones artísticas figurativas, representaciones plásticas y simbólicas. Arte por el arte, tanto los más antiguos llamados “enxebres” con sus formas cónicas y piramidales, rematados en una cruz, como los figurativos que representan las fuentes de As Burgas, el Santo Cristo, el puente, la capilla de Santa Agueda de Seixalvo, la Fuente del Obispo en “O Tinteiro”. Destacan por su plasticidad. En ellos el pueblo puede admirar la creatividad y las cualidades plásticas en las que se proyecta la imaginación de los mozos, niños, maestros o de todos los miembros de una comunidad, de un grupo, de un colegio o de una asociación vecinal.

Son fiestas para criticar en las coplas la vida y los comportamientos morales del pueblo, tanto en el aspecto social como el individual. Los motivos de los Mayos están extraídos del mundo vegetal, campesino y ganadero, como son fuentes, carros de vacas, cruceros, pazos, lareiras, bodegas, telares, ermitas, capillas, molinos, alquitaras. Algunos nos recuerdan las labores de la matanza o de la sementera.

Los elementos que deben emplearse en su confección, si no queremos adulterar la tradición, son: trapos, cuerdas, sacos, arpilleras, musgo, fiuncho, “carrabouxos” y flores. Deben excluirse los alambres y los cartones. El Mayo viviente y el no viviente se pasean por las calles acompañados de una comparsa que va cantando coplas en las que después de solicitar la venia del público, se hace una crítica al Concello, al alcalde, a la Diputación, la Xunta, el obispo, de los curas, a las mozas casaderas y a los problemas de la ciudad. Así en los mayos del 90 se nos decía:


A Deputación

mudou de inquilino.

Subiu o Baltar

foise Victorino.


En algunas comarcas, como en Laza, cortan un árbol y lo ponen en medio de la plaza del pueblo. Esta planta es como un símbolo de la unión entre lo divino y lo humano. En la actualidad, la fiesta ha perdido el significado religioso, propiciatorio y fecundante, y es sólo una manifestación de la creatividad humana.

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