Opinión

La hermana Laura

El 21 de noviembre del 2008 la religiosa sierva de María Laura López Figueroa emitía sus votos perpetuos en la capilla que las ‘Siervas’ tienen en nuestra ciudad, en la calle Curros Enríquez. El señor obispo presidió la ceremonia y la madre superiora recogió sus votos y promesas. Fue un día grande para la familia religiosa de las ‘Siervas’ y para la ciudad de Ourense que desde ahora cuenta con un ángel custodio más de sus enfermos en las noches calurosas de verano y en las gélidas del invierno. Laura, a sus 32 años, se desposaba definitivamente con el Señor Jesucristo para mejor servir a cuantos sufren.


La consagración de la hermana Laura tiene un profundo significado de muerte y resurrección a la vez. Esa consagración le exige a la hermana Laura una donación total sin reservas, sin condiciones y sin regateos. Ella, aquella mañana, ofrecía al Señor su corazón troquelado en la pureza, la castidad y la obediencia.


Desde el día 21, Laura está muerta al mundo, para todas sus ilusiones, y esperanzas meramente humanas. Su consagración a partir de ahora exige: morir por el Voto de Pobreza a cuanto la rodea, a los bienes de la tierra; por el de Castidad, a la vida de los sentidos, a todos los gustos, placeres, y comodidades de la carne, y por el Voto de Obediencia, morir a ella misma, a su propia voluntad y a su libertad. Ese día murió al mundo, a sus encantos a sus fascinaciones, para vestir definitivamente el sayal humilde y recatado de esposa de Jesucristo. Ella, el día 21 celebraba sus funerales en vida, amortajaba sus ilusiones, sus gustos, sus libertades, su belleza y sus encantos femeninos. Laura a partir de ahora está muerta, no simplemente para desaparecer sino para transformarse mediante los votos, para mejor servir sólo a los enfermos de la ciudad de Ourense, quienes son la personificación del Cristo total y sufriente en el siglo XXI.


También se dio ese día en Laura una resurrección. Ella se comprometió a vivir como resucitada y resucitadora. Prometió que sólo Jesús sería en adelante el centro de sus amores. El aliento de su vida. El objetivo de sus ideales y de sus sueños. El sol que ilumine siempre su existencia.


Laura, te felicito de corazón, porque desno te perteneces y tienes que vivir sólo para ayudar a los enfermos, necesitados de compañía y de amor al lado de su cama. Te felicito también porque en medio de un mundo que adora tres ídolos: el placer, el dinero y el poder, tú les estás diciendo a las jóvenes ourensanas que la vida religiosa y la entrega total también tienen sentido. Felicidades para ti y para todas tus compañeras de comunidad.


El día 21 dijiste: ‘Vuestra soy, para vos nací / ¿Qué mandáis hacer de mí?...’

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