Opinión

Historia y evolución de los lavaderos de As Burgas

Las fuentes de As Burgas echaron al exterior agua hirviendo desde hace millones de años. No sabemos, ni quizás sepamos nunca con exactitud, qué fuego misterioso alimenta sus entrañas. Esto nos indica que siempre hubo personas que acudieron a lavar allí sus prendas, pero datos exactos no los tenemos hasta el siglo XIX. Fue en 1918, a principios del siglo XX, cuando en el entorno de As Burgas surgen lavaderos que aprovechan el agua para que los moradores de la ciudad puedan lavar allí sus ropas. Hasta entonces lavarían en ‘pozancas’ o ‘charquitos’.


En 1948 el abandono en que estaban era vergonzoso. Es Fernández Alonso, en un artículo publicado en La Región el 18/12/1948 titulado ‘Lo que es, lo que fue y lo que debe ser el lavadero de las Burgas’,en el que nos dice que había un lavadero frente a la Casa de Baños y las mujeres que aquí vienen se ven obligadas a permanecer en unas condiciones higiénicas detestables, debido al pésimo estado del suelo que rodeaba el ‘pilanco’. Entonces, desde hacía tres años, se estaban haciendo más abajo nuevos lavaderos. Sus dimensiones eran ridículas y su situación desacertada, dado que en cuanto subía el nivel del agua del río Barbaña era imposible llegar hasta ellas. Las obras quedarían interrumpidas en la mitad, aunque mejor sería que las dejasen como están. Urge hacer el lavadero en otro lugar, dado que acuden muchas mujeres y a veces hay ver daderas peleas entre las que quieren coger sitio y piden a gritos la presencia de un guardia que ponga orden y paz en el lavadero, pero por desgracia no aparece ninguno por aquí. Además de esto hay multitud de asnos o burros propiedad de las vendedoras ‘rianxeiras’ y libres de trabas que campean por sus respetos en los alrededores de la Plaza de Abastos. No hay ni un aparcadero donde le puedan tener sujetos para así evitar olores nauseabundos y para acabar con el espectáculo de ver a un burro montando a una burra en presencia de niños de corta edad, al hacer de este lugar un campo de feria.


De urbanización en 1950 aún no había nada que significase progreso. Aún hoy este lugar está en parte casi lo mismo que hace cien años. También era necesario suprimir el fielato para que los que tenían sus casas en la otra orilla del río no se considerasen forasteros y tuviesen que pagar. Lo que es necesario es que se urbanice el entorno de la Plaza de Abastos de una vez por todas.


En 1956 se hizo un lavadero nuevo con 110 plazas. Abierto mañana, tarde y noche a excepción de domignos y festivos, días en que permanece cerrado. El nuevo lavadero tenía 16 tanques, dos para ropa blanca, dos para ropa de color y el resto para aclarar. Fue entonces cuando se comenzó a poner algo de orden, dado que había un funcionario del Ayuntamiento con un talonario de color amarillo, del que va separando los vales a medida que las mujeres entran con sus tinas llenas de ropa.


La afluencia de mujeres era constante dado que debajo de As Burgas, surtiéndose de sus mismas aguas, los lavaderos públicos eran una tentación para las amas de casa que no tenían en sus hogares ni agua. Los días de mayor afluencia eran los lunes y los martes. A la vez que avanzaba la semana, la gente acudía en menor cantidad.


En relación al nuevo lavadero, nos consta que hubo antes otros dos, y podemos distinguir dos temporadas. La de invierno, que abarca desde mediados de noviembre a finales de marzo, y la de verano, que comprendía el resto del año. En la época de invierno era cuando concurrían más lavanderas, dado que al venir el verano las mujeres iban a lavar a los ríos que rodean la ciudad, como el Barbaña y el Lonia.


En estos años se cobraba una peseta por plaza, sin tener en cuenta la cantidad de tinas de ropa que traían. Sólo pagaban los que no tenían el carné de beneficencia. El lavadero estaba abierto día y noche excepto el tiempo que media entre el sábado desde las doce de la noche hasta el lunes a las cinco de la mañana. Los días festivos permanecía cerrado el mismo tiempo. Por los tanques pasaban cada día 500 mujeres. En los de ropa blanca y de color se hacía la limpieza en días alternos cada color, y en cuanto a los tanques de claro, se limpiaba la mitad cada día.



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