Opinión

Los hombres grandes no mueren nunca

La figura de Joaquín Ruíz Jiménez ha llenado gran parte de nuestro sigo XX en la Historia Española Contemporánea. Contribuyó a la consolidación de la democracia en España pese a sus inicios franquistas y a las traiciones de los ‘Cristiano Demócratas’. Fue el referente de los demócratas en el final del franquismo. Fundador de la revista ‘Cuadernos para el diálogo’. Fue un hombre bueno, un político honesto y un demócrata de convicción. Fue un maestro con grandeza de espíritu. Defensor de los dDerechos humanos de todos pero en especial de los débiles y de los marginados. Fue el inventor del diálogo y del consenso como método político.


Afirmaba que en nuestra Constitución no se llegó al ‘Estado Federal’ pero a medida que se transfieran las competencias nos iremos aproximando a esa estructura. Su esposa Mercedes Aguilar nos dice que tuvo siempre como meta el diálogo. Fue un ejemplo de colaboración y de honestidad política. Destacó por su cristianismo y por su religiosidad. Un hombre realista que en todo momento supo asumir sus victorias y sus fracasos. Estuvo siempre alejado del ‘Nacional Catolicismo’, aun cuando fue ministro de Educación del franquismo.


Militó en el ideario de Juan XXIII y del Concilio Vaticano II. Fue un ejemplo de vida y de amistad entre personas de ideologías enfrentadas. Supo ser profesor, maestro y amigo. Su ejemplo marcó la vida de cientos de alumnos. Fue esposo y padre ejemplar. Educador en la libertad, desde la libertad y para la libertad. Colocó la moral y el amor a los españoles por encima de todo egoísmo. En su revista ‘Cuadernos para el Diálogo’ a lo largo de sus 15 años de vida resumió un sueño para el renacer de la España que él esperaba con la llegada de la democracia. Destacó siempre por el mutuo respeto a las personas, por una auténtica sensibilidad para los valores que le dan sentido a la vida humana. Recorrió los caminos de España predi cando derechos humanos, democracia y libertad. Defendió siempre la moderación, el respeto a los demás y la amistad para cambiar las mentalidades. Fue cristiano, ejemplar, modesto, discreto, nunca intolerante y siempre respetuoso con las personas y con las ideas. Se mantuvo siempre fiel a la ‘Democracia Cristiana’, aunque sus ‘colegas’ le fallasen una y mil veces. Su larga vida ha sido un ejemplo para todos. Fue una persona ejemplar y un soñador para un pueblo. Un ídolo de la juventud de la década de los sesenta y de los setenta del siglo pasado, con el viejo profesor Enrique Tierno Galván. Todos los demócratas estamos en deuda con Joaquín Ruiz Giménez por sus ejemplos y por su enseñanza. Hoy le recordamos con afecto y echamos de menos la enseñanza de su ejemplo en nuestro parlamento cuajado de enfrentamientos, de tensiones, de intolerancias.


La democracia española aún no ha reconocido suficientemente lo mucho que aporto don Joaquín para la conquista de las libertades en España.


Don Joaquín Ruiz Giménez, descanse en paz y hasta siempre porque los hombres grandes no mueren nunca.



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