Opinión

Ley de solidaridad entre los pueblos

La deforestación causa el 20% de las emisiones del efecto invernadero. Contamina y mucho dado que cada kilómetro cuadrado de selva amazónica destruida se producen 22.000 toneladas de carbono. Esto supone la sangría de la Amazonia, en tres años se han destruido 700.000 kilómetros de selva. Si no se mitiga la deforestación llevada a cabo por talas e incendios la Amazonia será más devastada en diez años que los 450 de colonización. Se han perdido ya 100.000 kilómetros cuadrados de selva. Los destructores son de todos conocidos, dado que entre ellos está el comercio de la madera, la ganadería, la agricultura y las grandes plantaciones de soja. A ello se une el calentamiento global del planeta. De 1990 al 2000 la temperatura media mensual en todo el noroeste de Sudamérica ha aumentado 0,8 grados centígrados. Ante este fenómeno los países tropicales. Piden que se tomen acciones concretas en apoyo de las iniciativas y de las peticiones de un grupo de países emergentes que suplican a gritos compensaciones y ayudas económicas para poder conservar sus bosques. No olvidemos que Dios hizo los bienes de la tierra para satisfacer las necesidades de todos los hombres. En nombre de la justicia social y del bien común, los países emisores de carbono y los que deforestan deberían pagar un impuesto sobre el carbono emitido y sobre los kilómetros de bosque deforestado. El fundamento de todas estas reclamaciones es la Ley de Solidaridad entre los pueblos del planeta. Esta ley debería ser un pilar fundamental de la Globalización.


En la Cumbre de Kioto no se incluyeron ayudas para los países que mantengan sus bosques. En esta cumbre sólo se esbozaron iniciativas para reforestar. Pero esto no es suficiente, dado que el capitalismo salvaje es el que especula con la floresta de estos pueblos.


En la Cumbre de Balí (Indonesia) comenzó a asumirse que a partir del 2012 los países ricos deberían compensar a los países tropicales para evitar la destrucción de sus bosques. Compensaciones para que estos países puedan seguir manteniendo los pulmones del planeta como están. Delegados de 180 países se reunieron en Balí en 2002 para alcanzar una cuerdo que sustituyese al de Kioto. En esta cumbre los países ricos se comprometieron a reducir sus emisiones en un 5,2 por ciento respecto a 1990. Esto hay que resolverlo para que en enero de 2013 entre en vigor otro acuerdo mucho más ambicioso con una reducción de emisiones entre el 25 por ciento y 40 por ciento. Cada año la pérdida de los bosques supone la emisión a la atmósfera de 6.000 millones de toneladas de CO. Debemos conseguir reducir esa cantidad a la mitad. Indonesia, China y los EE.UU son los grandes emisores. El primero por la deforestación y los segundos por emisiones industriales: Brasil, Tanzania, Liberia, Camboya, Costa Rica, Indiay los países de la cuenca del Congo, reclaman ser compensados económicamente por la conservación de sus bosques.


Se deberían tomar decisiones concretas apoyando las iniciativas de ese grupo de países emergentes que piden compensaciones y ayudas económicas para no tener que deforestar. También se deberían acordar una serie de principios que rijan en el futuro las negociaciones.


Si no es así la tierra que leguemos a nuestros descendientes será una tierra convertida en invierno por efecto del cambio climático, dado que subirán las temperaturas, habrá lluvias copiosas e imprevistas, aumentará el número de huracanes, las riadas arrasarán los campos, los desiertos incrementarán su superficie, los hielos se fundirán y desaparecerán los glaciares. El cielo y el infierno lo estamos haciendo aquí nosotros ahora. Reflexionemos sobre ello.


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