Opinión

LA NOCHE DE SAN JUAN EN LA GALICIA INTERIOR

Al anochecer del día 23 de junio, los vecinos del mundo rural gallego se reúnen en la 'eira' o plaza del pueblo. Allí pasan parte de esa noche, cantando y danzando hasta el amanecer. A esas horas, unos se van a sus casas y otros se encaminan al campo para recoger hierbas olorosas y el agua del rocío. Esa agua, mezclada con las hierbas, la embotellan para emplearla a lo largo del año para curar dolencias de la piel y para preservarse del mal de ojo y del embrujamiento. Los mozos rondan las casas de las mozas 'aturuxando' y colgando ramas en puertas y ventanas. Atrancan los caminos, las 'carreiras' y las 'rúas' de las aldeas, con carros y aparatos de labranza que quitan de las cuadras y pajares de los vecinos. Cambian las vacas y los burros de sus cuadras y quitan los carros. Los más atrevidos, agatuñando por cepas o por los muros, suben a los balcones y corredores de las mozas y les roban las prendas íntimas que esa noche dejaron a secar, y las cuelgan del varal del crucero que preside la 'era' o del badal de la campaña mayor del templo parroquial. El badal es símbolo del falo u órgano masculino, y la campana, del femenino. Al rayar el alba, mozos y mozas se emborcallan desnudos sobre la hierba de los prados o sobre las leiras sembradas de centeno, para tomar el rocío que esa noche cae lleno de encantos, hechizos y virtudes curativas de los males de la piel. Tienen la creencia de que así se curan de la sarna, de los eczemas y de la psoriasis; el orballo y el agua de esta noche es para ellos algo medicinal. También hay la creencia de que dejando en el balcón o en la ventana un recipiente con agua mezclada con un huevo de gallina batido y recitando la siguiente suplica: 'San Juan querido, dame novio', a la mañana dicen que puede verse reflejada en el agua la faz del joven que ha de ser su marido. Para otros, aquel brebaje lo que anuncia es la buena o la mala suerte. Al levantarse de cama se lavan con el agua en la que habían depositado pétalos de rosas y hierbas aromáticas. Otra costumbre muy extendida es la de levantarse el día 24 muy temprano para recoger la flor del agua en las fuentes, para bañarse en ella, y para ver bailar el sol en el firmamento al nacer el día. De aquí es el dicho 'baila el sol cuando nace y ríe cuando muere el día'.


En Galicia abundan los poemas dedicados a la noche de San Juan. Todos están relacionados con el romance de coger el agua 'do paxaro'. En las plazas de las villas y de las ciudades los jóvenes hacen altarcitos colocados encima de una mesa. En dicho altar colocan una estampa o una efigie de San Juan con un platito al lado para que los vecinos al visitarlos dejen unas calderillas. En la ciudad de Ourense, hasta mediados del siglo XX, el que más perduró fue el que se hacía en la calle de San Pedro.


En la Galicia litoral encienden hogueras, saltan por encima de las llamas y las mujeres que no quedan embarazadas toman el baño de las nueve olas en la playa de Placeres o en la de A Lanzada. Hay la creencia de que estos baños preparan a las mujeres para ser fecundadas.

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