Opinión

De Prisciliano a Santiago

Hablar de Prisciliano es hablar de un mito necesario en la identidad gallega, para explicar parte de la Historia de Galicia. Prisciliano se convirtió en uno de los símbolos del nacionalismo gallego. La figura de Prisciliano es un mito necesario para Galicia, un mito gallego y de una iglesia gallega. Hablar de Prisciliano es hablar de un hombre que tuvo una repercusión mítica en la conciencia gallega, como afirma Torres Queiruga, el mejor teólogo actual gallego. Se trata de un mito que parte de una realidad histórica. Sin Prisciliano no se puede buscar la primera historia del pensamiento gallego. Es la expresión de la consolidación de la conciencia mítica de Galicia.

El nacimiento de Prisciliano podemos situarlo entre el año 345 y el 350. Desde el año 379 lo encontramos en el noroeste peninsular, en la Gallaecia, convertido en un profeta de masas. Su predicación conectó en el subsconsciente católico gallego y con las prácticas religiosas precristianas enraizadas en el sustrato de los gallegos. La expansión de las ideas priscilianistas fue rápida, debido a las vías de comunicación romanas. En el año 385 fue decapitado en Treveris y se convirtió en un verdadero mártir. Sus discípulos hicieron el traslado de sus restos posiblemente a Galicia por el mismo camino que siglos más tarde trazaron los peregrinos jacobeos. A finales del siglo IV comenzaron a darle culto y se mezcló el paganismo galaico y el cristianismo oriental y escéptico. Es vieja la creencia que sostiene que el cuerpo de Prisciliano es el que está en Compostela y no el de Santiago. Hasta el siglo VIII, Prisciliano es el centro focal de adoración popular. Hasta esas fechas ningún texto puso en relación a Santiago con Galicia y con España. Esta idea no tomará cuerpo doctrinal hasta fines del siglo VIII, con la Reconquista. Es ahora cuando la figura de Prisciliano se convierte en un mito y se da una sustitución de la devoción y de la tumba. Lo espontáneo y autóctono fue destruido cuando no pudo ser domesticado. A patir de ahora se da un trasvase de identidad entre el Apóstol y el obispo de Avila.. Lo que se dio fue la sustitución de una religiosidad carismática-popular (la heterodoxia priscilianista) por una religión oficial (la fe de la Iglesia) que acabó venciendo con un triunfo de la cuestión Jacobea. La fama del Apóstol eclipsó la memoria de Prisciliano, haciendo ortodoxa la creencia del origen apostólico. Esta es la línea del pensamiento de Torres Queiruga, Chao Rego, José Barreiro, López Pereira u Uxío Romero Pose. Para mí, hay que separar dos cosas: una, el sepulcro del Apóstol, cosa que se puede poner en duda, y otra, el culto al Apóstol, que en la actualidad nadie puede negar. Así lo aprendí del Padre Yorca, profesor de Historia de la Iglesia en la Universidad Pontificia de Salamanca. Así lo trasmití siempre a mis alumnos y lo sigo haciendo pero con ciertas reservas, esto es, con sentido crítico.

Te puede interesar