Opinión

El último humanista, Juan Corral Pajariño

Juan Corral había nacido en la villa de Dacón, tierra de arrieros, de tratantes, feriantes y comerciantes. Se formó en el Seminario de Ourense, donde aprendió la lengua del Lacio, que él manejaba a la perfección. Se educó en los valores clásicos, hoy tan denostados por los planes de enseñanza. Estructuró su mente en la metodología escolástica, que había nacido para ser la ancila, esto es, la servidora de la teología. Alimentó su espíritu en la ciencia de Dios, hasta que se dio cuenta de que no era llamado por el camino del sacerdocio. Entonces se hizo maestro, profesión que cultivó como si de un sacerdocio se tratase. Como maestro sembró a voleo humanismo cristiano en medio de un mundo que sólo se mueve por valores económicos. En Puente Veiga se enamoró de una moza garrida, doña Matilde, quien fue la mujer de su vida. Fue ella quien le dio la dimensión realista y práctica que a él le faltó siempre dado que había nacido para impartir ideas culturales, ilusiones espirituales, amistad, esperanza y humanismo cristiano. Llevado de la mano de doña Matilde levantó en la villa del Arenteiro un colegio que bautizó con el nombre de Isabel La Católica, colegio que fue modelo en la provincia en la década de los sesenta junto con el Zorelle de Ourense, el Dequit de O Barco y el de Santa María de Xinzo de Limia. Don Juan hizo de aquel centro una forja de hombres y de hijos de Dios. Muchos de ellos hoy militan en la política, es el caso de Manuel Vázquez (Pachi) o Miras Portugal; en la enseñanza, como es el caso de Samuel el inspector de Medias; en la medicina, es el caso de Román y del doctor Melero; en el mundo de las leyes, como sucede con Baito; en el de la antropología y la etnografía como lo hace Felipe Senén y otros muchos se dedican a la agricultura y a la ganadería. A su lado trabajamos un grupo de profesores que teníamos a él y a don Aurelio Miras como decanos. Allí estábamos don José Peta, don Carlos y doña Luz y don Severino, a quien Dios llamó a una edad muy temprana, y otros muchos que ahora no recuerdo, pido perdón por ello. Así fue como Juan Corral Pajariño se convirtió en el último humanista en medio de un mundo sin alma. Fue el maestro a quien impartir la enseñanza siempre le costó dinero. Para él la enseñanza no fue nunca sólo una fuente de ingresos, ni una mercancía que se compra y se vende. Él supo descubrir ideales y encarnarlos en las almas de sus alumnos. Educaba siempre en la fe y desde la fe teniendo como lema que la educación consistía en pelear con uno mismo. Desarrolló siempre en sus alumnos el hijo de Dios y el servidor de la ciudad terrena. La tarea educativa en Corral tuvo siempre como meta hacer hombres completos. Supo siempre educar con el ejemplo. A los que se iniciaban en las carreras universitarias, después de aprobar el entonces tan temido Preu les decía: ’Te has acostumbrado a trabajar ocho horas, vete a Santiago que triunfarás, no te has acostumbrado... no vayas que fracasarás’. Les decía también que la vida es una lucha que hay que ganar peleando contra uno mismo.


Este fue el ideario del último humanista que tuvo la provincia de Ourense, Juan Corral Pajariño, quien gastó su vida ejerciendo como maestro, educador y humanista integrador, potenciado con la gracia de Dios. Quien hizo del colegio Isabel La Católica una comunidad de vida y de bienes al servicio de los jóvenes hijos de Dios dirigidos por Antonio de Santián. Hizo de la enseñanza una consagración y un compromiso para con las tierras de Orcellón, de Castela y del Bolo de Senda.

Te puede interesar