Opinión

La sorpresa y el "sorpasso"

Los datos sobre intención de votos de Podemos recogidos por el barómetro del CIS del mes de julio han constituido toda una sorpresa porque suponen que en poco más de un mes, el tiempo transcurrido entre las elecciones europeas y la fecha de realización de la encuesta, ha duplicado el número de personas que están dispuestas a compartir su discurso y sus propuestas. La sorpresa que supuso que obtuviera 1,2 millones de votos cuando había encuestas que les daban unos resultados residuales se ha visto ahora incrementada por los datos del CIS que la sitúan como la tercera fuerza política y un quince por ciento de los votos.

¡Que no cunda el pánico! ha sido el mensaje que han tratado de transmitir todos los partidos con variadas excusas, desde que todavía falta mucho tiempo para la primera cita con las urnas, a que el fenómeno se acabará diluyendo, o que no es lo mismo predicar que dar trigo, que los dos grandes partidos siguen siendo los que se llevan el reconocimiento mayoritario, o han seguido con la campaña de desprestigio de la formación con aspectos en cierto modo poco democráticos, etcétera, etcétera. Pero todos simultáneamente han comenzado a estudiar qué parte del éxito de la formación liderada por Pablo Iglesias corresponde a la deserción de su electorado y han pasado a realizar el recuento de daños. En el éxito de Podemos se unen la desafección de los ciudadanos con los partidos mayoritarios que han encarado la crisis mediante los recortes, con el hecho de haber sintonizado con unas demandas muy primarias y muy necesarias simbolizadas en las “mareas” ciudadanas y profesionales que han criticado el deterioro de los servicios públicos, y las denuncias por situaciones acuciantes como en el caso de los desahucios a los que no se les ha dado una solución adecuada pese a los códigos de buenas prácticas y las reformas legales que han maquillado el problema.

Podemos, al calor de las movilizaciones ciudadanas, ha logrado lo que Izquierda Unida pretendía desde su nacimiento y no ha conseguido: convertirse en un movimiento social en el que tuvieran cobijo todo tipo de organizaciones contrarias al corsé partidario y nacidas de la sociedad. Por eso el primer ‘sorpasso’ –la palabra tan querida al convaleciente Julio Anguita- de Podemos ha sido sobre Izquierda Unida a la que ha relegado a la cuarta posición, y que desde el 25-M se encuentran en un proceso de renovación, de interiorización de su fracaso ante el empuje de Podemos y debate sobre si se apunta a formar parte de la Syriza española o si está ante un jalón más de la historia de deserciones y divisiones que ha sufrido IU desde su nacimiento y que ha sido una de sus señas de identidad. Según el CIS, la suma de Podemos e IU supone un ‘sorpasso’ sobre el PSOE al constituirse en la segunda fuerza política y deja muy disminuido el papel de UPyD como bisagra y al que le quedaría, con muchas probabilidades, el papel de servir para la consolidación de una mayoría de centro derecha.

La formación de Pablo Iglesias no va a ganar las elecciones y es muy probable que el PSOE, con la renovación de su liderazgo y si es capaz de articular un mensaje realizable y creíble, como pide Susana Díaz, inicie el camino de la recuperación, lo que abre un escenario en el que las coaliciones van a ser determinantes. Ahí el pragmatismo de IU puede atemperar a Podemos, y por eso el PP puede acelerar, como primera reacción, la reforma de la elección de alcaldes para evitar el ‘sorpasso’ de la izquierda.

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