Opinión

EE UU resurge para ir a toda velocidad

La crisis económica mundial tuvo una mayor incidencia en España que en los otros países grandes de la Unión Europea, lo cual se tradujo en una fuerte contracción de la economía y en un aumento histórico del desempleo. En España, las causas de ese cambio de tendencia no pueden atribuirse exclusivamente al impacto internacional de la crisis financiera iniciada en EE UU –por cierto ya superada-, sino también a las propias debilidades del patrón de crecimiento, ligado en exceso a la construcción. De facto, la vivienda se había convertido en un motor importante de la economía, entre otras cosas gracias a la liberalización del suelo, lo cual ayudó a crear un gran número de empleos tanto directos como indirectos.

De esto último es algo de lo que apenas se habla, tal vez porque nadie tiene una alternativa para reemplazar a corto plazo el modelo económico del ladrillo. Es más, los nuevos empleos que se van creando, salvo contadas excepciones, llevan emparejados salarios a la baja y otras condiciones precarias, nada que ver con los sueldos y los contratos de los trabajadores de la construcción en los años del boom, cuyas remuneraciones superaban a las que hoy pueden tener los médicos o los profesores universitarios, por poner un par de ejemplos representativos. Es un dato que refleja dos cosas: la primera, que España sigue en busca de un nuevo modelo económico y que mientras se las va apañando como mejor puede, y la segunda, que su clase media de profesionales sigue mermada, con todo lo que ello supone para el consumo y, en definitiva, para la demanda interna.

Todo eso no resta importancia a que España lograse crear empleo en 2014 por primera vez en siete años, con lo cual la afiliación aumentó en 417.574 personas y el paro registrado bajó en 253.627 personas en su mejor dato desde 1998. Pero lo cierto es que el nuevo empleo no es equiparable al viejo empleo desaparecido. Lo es, en cambio, en Estados Unidos, donde este sábado el propio presidente Barack Obama lanzaba un alentador mensaje, comprometido con “crear más trabajos buenos que paguen salarios buenos”. ¿Alguien se imagina a Mariano Rajoy hablándole así a los españoles? Es más, Obama afirma que “hay más por venir”, porque “Estados Unidos está regresando” y él quiere que vaya “a toda velocidad”. De hecho, la mejora de la economía es sin duda uno de los factores por los que el índice de aprobación del presidente Obama está aumentando, como observa Paul Krugman, premio Nobel de Economía. EE UU no solo hizo rescates empresariales y financieros y ajustes del gasto ineficiente, sino que renovó su modelo económico, de modo que ahora se proclama el productor número uno del mundo de petróleo y gas. La primera potencia económica mundial revolucionó su sector energético e industrial, de forma que, tras una década en declive, su producción está en su mejor racha de crecimiento desde la década de los años 90. Su política se revela útil. 

El mensaje de Barack Obama, los comentarios de Paul Krugman, sus ideas, sus resultados… hacen palidecer las palabras de líderes como Angela Merkel y Mariano Rajoy, la primera incapaz de hacer de Europa una gran potencia –por mucho que arregle las cuentas de Alemania- y el segundo por su incapacidad para cambiar y modernizar España, más allá de hacer ajustes a granel, sin distinguir siguiera entre inversión productiva y gasto ineficiente.

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