Una celebridad como Ludwig van Beethoven, en gran compositor alemán, nos dijo un día: 'No conozco ningún otro sitio de superioridad que la bondad'. Y las sentencias, los pensamientos de estas mentes preclaras no son para despreciar. Y esto viene a cuento porque aquel niño llamado Amancio Ortega Gaona que trabajaba en la Camisería Gala, ubicada en la coruñesa Plaza de Lugo, salía con la bicicleta repartiendo camisas. Y aquel niño con iniciativa, emprendedor -de los que tanto carece España- llegó a ser un magnate de la industria, situado entre los primeros puestos del ranking de los hombres con mayor capital.
Quien estas líneas escribe, con residencia en A Coruña desde hace muchos años, me desplacé un día a Arteixo para satisfacer mi curiosidad y quedé impresionado viendo aquellas inmensas naves, una superficie de muchos metros cuadrados, flota de camiones, etcétera, propiedad del hombre que proporciona tantos puestos de trabajo en gran parte del mundo. Ese es Amancio Ortega Gaona, de 76 años y medio, nacido en Busdongo (León), hijo de un modesto ferroviario.
Pues resulta que ahora, en épocas de deshumanización, se ha convertido en filántropo, en benefactor, con una importantísima donación a Cáritas de 20 millones de euros, equivalente a 3.327.600.000 de las desaparecidas pesetas. De este importe, proporcionalmente corresponden a Galicia 16.666.650 euros (2.772.997,227 pesetas).
Amancio Ortega Gaona, aunque dado a huir de la galería del ornato, ha sido distinguido por el Ministerio de Trabajo según el Real Decreto 1404/2001, de 7-12-2001, con la Medalla al Mérito en el Trabajo en su categoría de oro. La Xunta de Galicia le ha otorgado la Medalla Castelao en el año 1992, e ignoro en este momento si le fue concedida la Medalla de Galicia, que entiendo que es la prioritaria en orden de méritos. Gracias para el niño de la bicicleta; enhorabuena para Cáritas y es bueno recordar que vivir para otros no sólo es ley del deber, sino también ley de la felicidad. Ojalá cunda el ejemplo entre los pudientes. Ojalá.
