Las redes sociales se han convertido hoy en día en un espacio al que se asoman diariamente millones de personas. La comunicación fluye por los cuatro costados. La sociedad de la información ha cambiado radicalmente. Pero pulular por esas redes, como todo, requiere también dominar el lenguaje, y no nos estamos refiriendo exclusivamente al puramente informático o propio del espectro cibernético, hablamos del lenguaje social.
Hablamos de la educación y las buenas maneras. Lo que se entiende por etiqueta en la red o cibermaneras. Pues como todo espacio social de convivencia e interrelación, es necesario desarrollar un alto grado de sociabilidad y también comportarse civilizadamente.
Un reciente caso donde se ha puesto de relieve que no existe una noción de cómo actuar en estos espacios, utilizando las redes sociales como portavoces de opinión, ha sido a raíz del asesinato de la presidenta de la Diputación Provincial de León, Isabel Carrasco, pues se han vertido todo tipo de opiniones, muchas fuera de lugar y tono, en torno a la desaparecida política, algunas de ellas expresadas por otros políticos, que incluso fueron ya reprendidos y apartados de su actividad por parte de su propio partido.
Como decimos, implica un alto riesgo navegar a nuestro libre albedrío por ese ciberespacio, sobre todo considerando que tiene en la juventud su mejor pléyade de clientes. Es la perversión del lenguaje. Primero, del lenguaje en su puro sentido, pues dejan mucho que desear las redacciones de los contenidos. Y luego, como hemos apuntado, del lenguaje de la civilidad y de la convivencia.
