Opinión

Detrás del guarda-rail, por favor

Uno que ha hecho de casi todo en esta vida, incluido el vuelo en aerostato, aún tiene la sutileza de perder el habla ante una desgracia como la ocurrida en el Rally de A Coruña.

Demasiado espanto incluso para las rocas. En el de Cataluña, en donde piloté el helicóptero de “Seguretat” durante tres o cuatro temporadas, recuerdo que machacábamos a los espectadores a través de la megafonía exterior: “¡Per darrere del guarda-rail si us plau!” (por detrás del guarda-rail por favor). Puntuable para el Campeonato del Mundo, agavillaba un tumultuario sinfín de apasionados; puede que alguno, o alguna, no entendiera el catalán, pueden que alguien fuera sordo, incluso puede que no valoraran lo de las normas de seguridad y que nos hicieran puto caso. Yo casi lo deseaba. Me ponía en vuelo estacionario encima de sus inopias y en un torbellino de aspas giratorias, rotores, turbinas y estridencias, salían volando gorras, chaquetas, bolsos, neveras, litronas, bocatas y todo cuanto fuera posible entremezclar con polvo en rebelión. Ese lenguaje lo entendía todo el mundo. El área quedaba expedita en dos minutos.

Carlos Gracia, el presidente de la Federación Española de Automovilismo, manifestaba el otro día, en una velada acusación a la Federación Gallega, que “el público nunca es culpable”. Él voló conmigo en más de una ocasión y sabe que hay público y hay público. Y también hay animales bípedos sueltos por los tramos. Al parecer éste no era el caso. Y el propio alcalde de Carral, de donde eran la mayoría de las víctimas, comentaba a los medios de comunicación que “si yo hubiera ido con mis hijos, también me hubiera puesto allí”. El piloto, Sergio Tabeyo –“Risi”, por su sonrisa que perderá para siempre- dio negativo en las pruebas de toxicidad. La organización del Rally y la Federación Gallega cumplieron escrupulosamente los protocolos de seguridad. “Que no se busquen culpables donde no los hay”, pedía un alto mando de la Guardia Civil desplazado al lugar del accidente. 

Es momento de consolar, no de especular. En el norte -vómitos y curvas desde niños-, hay muchísima afición a los rallies. También en las Canarias. Los accidentes son contadísimos, por fortuna. Pero el riesgo “cero” no existe ni siquiera en las cervezas. En otras partes hay afición a los encierros, y este año –y cada año- un espantoso número de muertos y lesionados llenan los noticieros de sucesos. Hay quien es aficionado a bañarse en las playas y piscinas y no llegan los dedos de las manos y los pies para contar cada temporada los ahogados. Vivir es disfrutar, pero es también morir un poco cada día. Hay veces que viene todo junto. Y faltan las palabras.

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