Opinión

LA PAZ EN EL MUNDO

Ser realmente pacifista, trabajar eficazmente por la paz, no consiste, desde uego, en una actitud verbalista, sino en servir a una estrategia de pacificación efectiva y verdaderamente transformadora, a través de caminos múltiples.


Entre los factores de esa estrategia se encuentra, en primer lugar, el desarrollo de una conciencia de solidaridad entre los hombres, la necesidad de una conciencia que nos muestre que la Tierra se ha hecho pequeña, que las necesidades humanas son prácticamente las mismas, y que es preciso respetar al hombre, allí donde se encuentre, sea cual fuere su raza, su religión, su nación o su clase, su sexo o su edad, su ideología o su credo.


Sin duda será factor de paz la atención prioritaria al desarrollo de los pueblos deprimidos. Decir ayuda al desarrollo es tanto como decir lucha por la igualdad entre los hombres. Mientras exista subdesarrollo, mientras exista hambre, mientras siga en pie el esquema injusto, mediante el cual unos pueblos explotan más o menos directamente a otros, mientras en el trato entre las naciones soberanas sucede que unas naciones son vasallas de otras, por estrictas condiciones económicas e incluso culturales, los motivos de subsistencia subsistirán. Así pues, trabajar firmemente por la igualdad entre los pueblos y la dignidad de las personas, es tanto como trabajar por la paz.


Entendemos que una conciencia de solidaridad y una contribución al desarrollo mundial significa, queramos o no, una tarea histórica en pro de los que menos tienen o nada poseen, de los que ven conculcados sus derechos y son condenados a 'estar' más que 'ser' sobre el planeta Tierra.


Hemos de conseguir, si de verdad queremos la paz, que esas grandes palabras que son Libertad, Justicia, Fraternidad e Igualdad, tengan un verdadero significado activo y se llenen de un sentido real y de un significado operante. Por el contrario, es su sentido el que abre las puertas a una paz entendida como bien posible.


El amor a la humanidad, que nos mueve, es un sentido que debe desplegarse en acciones concretas. La defensa de los Derechos del Hombre, por ejemplo, es en todo tiempo y lugar un modo de fortalecer la paz. Cuanto más se vulneran esos Derechos, más cerca estaremos del conflicto, más próxima estará la posibilidad de la guerra. Defenderlos y tratar sinceramente de garantizarlos es, por el contrario, un modo de luchar contra la guerra, una manera de alejarla.


Si analizamos el mundo en que vivimos tratando de entender qué ocurre en diferentes lugares, nos daremos cuenta de que los seres humanos sufren a causa de muchos y variados problemas. La gran mayoría de ellos son obra del hombre. Las guerras, por ejemplo, se extienden por todos los rincones de este atormentado planeta. Las personas sufren amargamente sus consecuencias. Los más afectados son siempre los civiles inocentes e indefensos, las mujeres, los niños y los ancianos. La guerra es una creación del hombre y no de la naturaleza; es un mal en sí misma. Algunos seres son inhumanos por naturaleza. Si buscamos las razones de la guerra, comprobaremos que difieren de un país a otro, de una nación a otra. Algunas guerras representan una lucha por la libertad, otras están motivadas por actitudes colonialistas, por una ambición de riqueza. De todas maneras, hay un hecho innegable: se trata de un acto inhumano y mezquino que destroza a la humanidad. Es la manifestación de un egoísmo extremo.


Sea como fuere, estas condiciones están ligadas a la situación económica, uno de los motivos fundamentales de la guerra. Las desigualdades en la distribución de los ingresos, las jerarquías sociales y los niveles de vida, entre los individuos y los estados, junto con la aspiración del hombre a una existencia mejor, generan inestabilidad e intenciones destructivas. Evidentemente, estos hechos no traen consigo la justicia a menos que se fomente el entendimiento mutuo entre las naciones para que se elimine todo tipo de disparidad; la ONU debe buscarlo y promoverlo puesto que es el requisito indispensable para la paz.


A nadie se le oculta que el hombre, si está fanatizado, nada escatima para defender sus ideas. La historia siempre lo ha probado. Lamentablemente, todavía se observan modelos de conducta que de ninguna manera pueden llamarse 'humanos'; la cualidad de 'humano' reviste una combinación de sentimientos conmovedores, de amor y compasión. Llamamos 'humano' a un ser capaz de compartir alegrías y pesares con sus semejantes. No dudará extender una mano tanto al enemigo como al amigo que lo necesite. A pesar de que vivimos en la era de la tecnología y de la exploración espacial, pese a los progresos científicos que ha realizado el hombre, sorprendentemente, la naturaleza humana no ha cambiado.


Por último, manifestar que estamos convencidos de que la paz es una posibilidad cierta desde los parámetros de la Justicia, la Libertad y la Dignidad, siendo un bien inscrito en la conciencia de todos los hombres.


Te puede interesar