Opinión

La encuesta del CIS

La encuesta de intención de voto hecha pública el pasado viernes por el Centro de Investigaciones Sociológicas ha tenido la virtud de recuperar el depauperado mundo del trasiego político sembrando una severa inquietud en todas las madrigueras. El CIS augura que todo va a seguir igual a la vuelta de la nueva consulta, apuntando además que la cosecha de los grandes partidos se resiente muy ligeramente pero se resiente. Hay un descenso apenas perceptible en los respaldos al PP y al PSOE y se apunta también a una pérdida de confianza algo más llamativa en las cifras de Podemos compensada eso sí por el razonable aumento de Izquierda Unida que se manifiesta como un socio inmejorable para que la formación morada no se desbarate. Sumados ambos a través de ese pacto que ya están en condición de presentar en sociedad a falta de fijar con carácter definitivo en qué lugar de las listas se le coloca a Garzón, Podemos-IU superaría al partido socialista y se convertiría en la primera fuerza de la izquierda parlamentaria. Resulta llamativo que si bien Garzón es el líder más valorado por esta encuesta, a la postre esa destacada nota se manifiesta muy relativamente en las urnas e IU a pesar de experimentar un incremento relevante, sigue sin superar el 5% del sufragio.

Pero en mi opinión, la gran incógnita de este y seguramente de los próximos comicios es Ciudadanos, cuya consolidación evidente comienza a necesitar también la compañía de una definición de planteamientos más rigurosa y concreta. La formación naranja nació como una respuesta valerosa a las frustraciones que aquejaban a los individuos habitantes en territorio comanche, pero al ampliar sus horizontes Ciudadanos ha tenido que replantearse sus posiciones políticas porque hasta rebasar el ámbito doméstico de Cataluña era un partido al que le bastaba con enfrentarse abiertamente al nacionalismo y defender la unidad nacional para captar a sus simpatizantes pero que al trascender necesita también hacerse más preciso. Cánovas inventó para el general O’Donnell el centrismo político que muchos años después recuperó Suárez para pilotar la transición, pero en un país como el nuestro tradicionalmente abonado al bipartidismo, hoy por hoy no basta con un centrismo filosófico. En el fútbol, los grandes partidos se ganan por cuestión de detalles. En la política actual y tal como augura el CIS, va a ser lo mismo. 

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