Opinión

El estrepitoso camino de Ciudadanos

Ciudadanos ha sido uno de los proyectos políticos mejor recibidos del panorama parlamentario nacional y, por tanto, su fracaso es todavía más doloroso. Aceptado como una solución de calidad para una amplia bolsa de votantes no alineados que deseaban acogerse a los enormes beneficios de una ideología centrista capaz de neutralizar los excesos de la izquierda y la derecha, admirado por sus años de pelea en las instituciones catalanas que curtió a su cúpula, e inspiró en ellos un discurso de esperanza y dignidad, y tenido por una verdadera necesidad que rebajara el tono político con un compromiso de ejemplaridad y equilibrio, el partido de Albert Rivera caló pronto en la sociedad española empezando por la propia  sociedad de Cataluña que lo eligió vencedor en las autonómicas de 2017. 

Paradójicamente, de ese triunfo mal interpretado vino el paulatino pero inexorable fracaso vivido por la formación que, una vez retirado Rivera y bajo la dirección de Arrimadas, ha acelerado su ruina hasta llegar a estas fechas en las que Ciudadanos está mucho más cerca de su desaparición que de su rearme. Ciudadanos consiguió en noviembre de 2019 y todavía con Albert Rivera a la cabeza, establecer un registro difícil de superar. Perdió en aquellas elecciones de segunda vuelta casi cuatro mil votos y cuarenta escaños. Rivera se fue a casa y Arrimadas se encargó del partido.

El balance es estremecedor. Sin embargo, en este caso la situación al borde del precipicio no viene determinada por otra pérdida en urnas, sino por un comportamiento tan sorprendente e incomprensible que pocos aciertan a interpretar y que han dejado aquel proyecto sensato, sensible y esperanzador en los huesos. Arrimadas se ha quedado sola y los suyos la abandonan a razón de tres por día. La última fuga tras el fiasco de Murcia y el sainete de Madrid la ha dejado sin grupo parlamentario en el Senado.

El problema hoy es de credibilidad y de confianza. De fiabilidad y ejemplaridad porque un cierto sector de Ciudadanos ha traicionado su compromiso –estúdiese el comportamiento de Ignacio Aguado vicepresidente de la Comunidad de Madrid- y ha quebrado el principio de lealtad y honradez que tantas veces prometió defender. Ciudadanos es, por desgracia, un episodio fallido.

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