Opinión

Genialidad con prudencia

"Genio" significa un abanico de cosas, desde creatividad a mala leche

Los españoles, que somos de natural muy arrebatado y con cierta e inevitable tendencia a disfrutar de lo exagerado, concedemos con permanente imprudencia la patente de genialidad como concedemos con generosidad suicida los doctorados honoris causa que luego, por diferentes avatares y al paso de los años, nos vemos en la dudosa necesidad de retirar. A cuántos doctores honoris causa que se habían hecho muy famosos en su momento, ha habido que retirarles su birrete y su orla por no haber estado más sensatos a la hora de la concesión. Cuántos de ellos no se merecían ni la hora y a cuántos se les ha rebajado de sus atribuciones sin merecer semejante humillación.

Con el marchamo de genialidad ha pasado mucho de lo mismo y a este pueblo nuestro de adoradores de fútbol y toros se le ha llenado la boca afamando genios y genialidades a diestro y siniestro con prodigalidad supina y un pragmatismo ausente que es lo que nos pasa a nosotros con estas cosas. Acabo de ver “Madres paralelas”, la última película firmada por Pedro Almodóvar, y he confirmado lo poco que hay en esta cinta de la genialidad de este señor manchego que hace películas grandes y  bodrios infumables. La objetiva realidad a cuyo amparo se acogen países más fríos y más calculadores a la hora de pronunciar elogios  es que los genios, como los buenos amigos, se cuentan con los dedos de la mano y en el cine español –por desgracia- sobran dedos. Berlanga y pocos más.

Lo bueno es que la palabra “genio” en castellano significa un amplio abanico de cosas y lo mismo tiene que ver con la explosión de la creatividad que con la mala leche será porque los sujetos geniales también se han distinguido en general por gastar un carácter de todos los demonios. El diccionario de la Real Academia atribuye a dicha palabra hasta diez entradas, desde la “capacidad mental extraordinaria para crear o inventar cosas nuevas y admirables”, hasta el “mal carácter o temperamento difícil”, e incluso una condición intermedia que no es ni carne ni pescado y que expresa toda la condición humana; “disposición ocasional del ánimo por la cual este se manifiesta alegre, áspero o desabrido”, así que caben todas las expresiones emocionales de la persona. Yo tengo mis propios genios hombres y mujeres, y los adoro, pero procuro tentarme a la hora de significarnos. Luego te defraudan y el disgusto es de tomo y lomo. 

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