Opinión

Lecciones de populismo

Desgraciadamente, el continente latinoamericano lleva tiempo caracterizándose por la presencia de líderes políticos que practican  una fórmula de Gobierno que ha terminado conociéndose como populismo. Se trata de una deleznable interpretación de su responsabilidad que, bajo una capa de campechanía y llaneza, oculta una práctica despótica, injusta y antidemocrática. Los líderes populistas adoptan una actitud abierta y cariñosa y se ufanan en cantar las verdades del barquero, maniobra que les funciona en su país e incluso en su continente. Pero ninguno se percata de que el discurso pierde completamente validez si se trasplanta a Europa. Ese error lo ha cometido uno de los líderes populistas más recalcitrantes es decir, el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

López Obrador ha elegido la apariencia de dulce cretino, una personalidad que suele ofrecer buenos resultados al sur de Río Grande porque muestra la figura de un apacible campesino que, bajo su apariencia tosca e inocente esconde un auténtico tesoro de experiencia, honestidad y sabiduría. Maduro ha optado también por interpretar ese papel aunque en el caso de dirigente bolivariano su procedencia es distinta. Se inauguró apelando a la apariencia divina del espíritu de su inspirador Hugo Chaves en su advocación de pajarito y sigue en esa línea. 

Obrador nació en una familia de comerciantes y recibió una sólida formación universitaria. Se licenció en Ciencias Políticas, no ha pasado privaciones y ha cursado una larga y reconfortante carrera política. Tiene un credo político equívoco y cuajado de incongruencias y un hijo que le ha salido rana. Hace unos días, volvió a tomar el disfraz de inocente indiecito para provocar una crisis diplomática con España y él mismo se dio cuenta de que había pisado el acelerador más de lo debido.

El populismo latinoamericano se inspira en la posibilidad de abrir la boca y soltar todo lo que a uno le viene a la boca sin que importen sus consecuencias porque en ámbitos favorables no la tienen. Pero en Europa es distinto. Por fortuna, el ministro de Asuntos Exteriores de España –un diplomático de carrera con probada experiencia en la materia y excelentes manera de ministro- ha puesto a Obrador en su sitio. Hace mucho tiempo que un titular de Exteriores no hacía los deberes. José Manuel Albares sí los ha hecho.

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