Opinión

Pacto y autoridad

El pacto de PP y Vox dista mucho de ser sensato, pero Sánchez no puede levantar la voz

A mucha gente –a mí también- nos ha sentado fatal el pacto suscrito por Mañueco en la comunidad de Castilla y León que permite a Vox no solo entrar en el nuevo gobierno regional sino que le consiente presidir su parlamento autonómico. Las elecciones en aquella comunidad no correspondían, y alguien le calentó la oreja al presidente para que rompiera unilateralmente el acuerdo suscrito con Ciudadanos y las convocara anticipadas, unos comicios sin sentido que ganó pero no con los efectivos que erróneamente el alto mando popular desde la calle Génova había calculado. El resultado ha sido desastroso y ha obligado a un apaño con Vox que dista mucho de ser sensato y ejemplar. Por eso, a muchos no nos gusta esta situación y podemos decirlo con libertad y autoridad bastante y bien ganada para que se oiga.

Pero ni Pedro Sánchez ni ningún miembro de su Gobierno, de su equipo, e incluso de su representación parlamentaria en ambas cámaras tiene legitimidad alguna para levantar la voz y emitir crítica alguna sobre semejante alianza, porque la que le mantiene en Moncloa no solo es de peor condición sino mucho más dañina porque incide no en la gobernabilidad de un territorio concreto sino que afecta al Gobierno de España. Sánchez pasó de no poder dormir por la noche pensando en los desmanes que en la sociedad, en la economía y en la proyección exterior del país podrían causar Pablo Iglesias y sus muchachos, a hacerle vicepresidente y a incluir a muchos de los suyos en un gabinete artificialmente inflado para darles entrada.

Por desgracia, esa presencia lobuna de los restos de Unidas Podemos sigue formando parte del ejecutivo y sigue teniendo acceso a los presupuestos, a los secretos del Consejo de Ministros y a las entrañas del CNI. Sospecho que si Pedro Sánchez fuese un hombre cabal seguiría tomando pastillas para dormir ante la actitud del dúo Montero-Belarra ante la crisis de Ucrania. Pero Sánchez no es un hombre cabal y hay cientos de evidencias que prueban su calidad humana. Hace unos días, en plena sesión del Congreso decidió que había que hacer docencia: “Oigan, es que la luz no hay que pagarla todos los días” dijo, y supongo que durmió por la noche a pierna suelta. Mantener a Dolores Delgado en la fiscalía general y a Tezanos en CIS son dos ejemplos de que la ética no es cosa que le preocupe mucho. Por cierto, ¿alguien sabe dónde está Fernando Simón?

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