Opinión

Presidente tomado por sorpresa

La salida de la Cup negándose a respaldar los presupuestos de sus socios en la gobernabilidad parece haber sorprendido más en Cataluña que en el resto del país, donde cualquiera que no esté involucrado en este necio proceso es capaz de analizarlo con pragmatismo y advertir sus numerosas flaquezas. Seguramente en Cataluña, y para las instancias políticas que consintieron la alianza con los anti-sistema, su respuesta parecerá a estas alturas una abominación y de hecho al presidente Puigdemont se le ha puesto cara de susto, pero a todos los demás, situados en las gradas, no nos parece una toma de decisión disparatada sino muy acorde y consecuente con lo que la Cup defiende y representa. El error imperdonable de los herederos de Artur Mas que se encargan de recoger la cosecha que aquel insensato dejó plantada, es suponer que semejante formación acataría las reglas del juego comúnmente aceptadas. Cabe suponer, sin embargo, que si eso hiciera, la Cup negaría su propia existencia y sus niños ya no podrían aspirar a criarse en comunas como predica su ideóloga de guardia.

Carles Puigdemont, por tanto, se ha visto sorprendido ante semejante respuesta y se le ha venido abajo todo su frágil andamiaje con el que aspiraba a construir la ansiada independencia, hasta el punto de que, aún no recuperado de la conmoción, parece derivar hacia la implantación de un sistema puente que tienda al federalismo mientras se arrejuntan los restos del naufragio y se salva lo que se pueda del torpedeado proceso. El federalismo en un sistema como otro cualquiera pero necesita determinar con exactitud y rigor sus bases de funcionamiento para que no se convierta en un sainete que pueda acabar en tragedia como nos ocurrió a los españoles durante el único episodio de federalismo que registra nuestra historia y que, en forma y manera de revolución cantonal con epicentro en Cartagena, registró escenas esperpénticas tras estallarle en las manos al único presidente de la I República que abogaba por el federalismo como sistema de Gobierno. Fue a don Francisco Pi i Margall y el episodio cartagenero le obligó a renunciar a su presidencia.

Federalismo es el de Estados Unidos y el de Alemania sin ir más lejos, pero en un estado federal los poderes regionales son mucho menos amplios que los que ahora mismo ostenta Cataluña. Así que, que se lo estudie Puigdemont no sea que tampoco le salga a cuenta.

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