Los resultados de las elecciones a la Junta de Castilla-León no han hecho precisamente vencedores. Es más, cualquier espectador de dentro y de fuera del territorio podría suponer con un amargo deje de tristeza que han perdido todos, aunque unos hayan perdido más que otros. Ha perdido el PP porque ha obtenido una victoria por completo insuficiente que le condena a un pacto mucho más incómodo y traicionero que aquel que consiguió para obtener una mayoría suficiente precisamente cuando no había ganado.
Se ha despeñado el PSOE, que se ha dejado siete diputados en las urnas respecto a la confrontación anterior, y no va a poder gobernar ni siquiera juntándose con la pléyade de partidos locales cada vez más iracundos y pequeños en un cóctel explosivo muy lejos de la mayoría absoluta de 41 diputados. Ha perdido Unidas Podemos que obtiene un diputado con apariencia de milagro y constata el desplome de la marca cada vez más absorbida por las formaciones regionales. Ha naufragado Ciudadanos, que se deja dos asientos y se queda con un solo representante.
Y especialmente ha perdido hasta la camiseta el CIS y su presidente, el indescriptible, el incombustible y el impresentable José Félix Tezanos, cuyo ridículo en cada convocatoria suele superar al anterior hasta conseguir que de las prescripciones recetadas por el centro que gobierna ya no haga caso nadie. Tezanos ha convertido el Centro de Investigaciones Sociológicas en un agitador social al servicio del que manda, y con el que la presidencia del Gobierno trata de influir y controlar los flujos de votantes y hacerlos suyos sin el menor éxito según se constata.
Tezanos acabará respondiendo de estos alevosos disparates en los tribunales aunque esos son otros cantares. El CIS es simplemente una vergüenza cuya gestión debería estar sometida a una fiscalización necesaria porque cae sobre ella un irremediable desprestigio cada vez que emite uno de sus proféticos errores.
Aumentar ha aumentado la Unión del Pueblo Leonés al menos en dos diputados. Pero ganar lo que se dice ganar, solo ha ganado Vox que se coloca en trece diputados partiendo de un solo representante. El problema es que, a pesar de su aumento, Vox no es nadie en solitario y no puede gobernar, aunque sus líderes sí entendieron lo que pasaba. No se enteró Pablo Casado, ni se enteró Teodoro García Egea. Ninguno de ellos se ha enterado de nada.
