Opinión

Saetas de Semana Santa

Si Modric se presenta a las elecciones yo lo voto, es más fiable

Se inicia la Semana Santa con un pueblo ansioso de liberarse, el pensamiento puesto en la dicha del asueto, y hambriento de aire libre, diversión, cervezas y tapas. En los viejos tiempos, esta Semana de Pasión era un tiempo de mortificación y recogimiento que habíamos de pasar de luto riguroso, de iglesia en iglesia y de paso en paso, como rimaba don Antonio Machado retratando aquel gran pagano que se hizo  hermano de una ilustre cofradía y el Jueves Santo salía llevando un cirio en la mano.

El problema es que esta Semana Santa -la primera en condiciones de normalidad tras el tiempo de reclusión y precauciones impuesto por la pandemia- se inicia con la peor crisis económica declarada en el país desde hace unos cuantos años y mira que las ha habido gordas. Con la gasolina por las nubes, la electricidad intratable y la cesta de la compra en el tejado, por muchas ganas que uno tenga de salir al campo y por muchos deseos que se adviertan en el sufrido pueblo por colgar las preocupaciones en el perchero y salir de casa, con lo que cuesta llenar el depósito del automóvil, la mayor parte de las familias no van a poder llegar más allá de Baiona. Para los que nuestro destino es precisamente ese, como es mi caso, las cosas del desplazamiento se ponen más fáciles. Pero solo las del desplazamiento, porque el resto de los problemas son los comunes.

Hace tiempo que el Gobierno no hace los deberes y no es capaz de actuar con rigor, buen pulso y sabiduría en el complejo capítulo de la distribución de los bienes, el control de los precios y el reparto equitativo de los recursos del Estado. Semejante reflexión no es fruto de un ejercicio de crítica sin respaldo. Un país en el que la tasa de desempleo supera el 15% y la inflación ronda el 10%, con los carburantes y la energía en las cotas más altas desde que hay registros, es un país que tiene problemas estructurales muy graves y unos responsables políticos completamente incapaces. Es cierto que Europa en particular y el mundo en general no lo están pasando bien en esta década, pero la incuestionable verdad es que muy pocos países continentales presentan unos datos tan desoladores. Y subrayemos de paso que quien paga esta fiesta de dudas, escapismo e incompetencia es el sufrido contribuyente. Si Modric se presenta a las próximas elecciones yo lo voto. No lo haría peor que estos y como persona es mucho más fiable.

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