Opinión

La tragedia griega

Llevamos tanto tiempo debatiendo en torno a la situación griega que, honestamente, he de reconocer que he perdido el interés en su desarrollo hasta que pase algo nuevo, e incluso me he perdido yo mismo. Sobre todo, tras asistir a los últimos y erráticos comportamientos del primer ministro Alexis Tsipras quien primero firma una carta aceptando los términos del rescate que le proponen las autoridades de la Unión Europea y unas horas después lo niego todo –incluso su firma en el documento- para defender la continuidad de su referéndum y aconsejar al pueblo griego que vote No a los requerimientos comunitarios. Se trata por tanto de una actitud sin cabeza ni pies que, al fin y al cabo ha presidido todo el comportamiento del nuevo gobierno griego en su relación con los responsables europeos a los que ha ido toreando y engañando hasta sacarlos completamente de quicio.

El comisario Almunia, un hombre con pedigrí de larga trayectoria en la izquierda europea, estaba ayer por la mañana que echaba chispas convencido de que las instituciones de las que forma parte estaban jugando a los cubiletes con un trilero. De hecho fue demoledor con Tsipras y su equipo. “Tsipras ha cogido un país en mal estado pero no solo no ha hecho nada para mejorarlo sino que en unos cuantos meses ha logrado colocarlo en una situación sensiblemente peor a la que estaba”.

La sorprendente decisión del premier Tsipras volteando por completo su disposición primera presenta en Europa la figura de un hombre del que es imposible fiarse. En realidad Tsipras es un político que ha basado su campaña en argumentos sin fundamento al que el camino se le estrecha a cada paso y cuyo objetivo único a estas horas es ganar tiempo como sea y al precio que sea. Sabe que todas sus promesas estaban cimentadas en bases falsas y que se cimentaban en situaciones de las que nunca ha sido dueño y que no podía controlar. Grecia está inmersa en un colapso y las soluciones a las que puede apelar son contadas, agónicas y cuajadas de terribles sacrificios. Pero no hay otras como saben muy bien Tsipras y Varoufakis. El segundo promete dimitir si el resultado de la consulta es afirmativo. Pero al precio que está la situación a lo mejor habrá de hacerlo si gana el negativo.

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