Opinión

OLVIDO

Todos sabemos qué flaca es la memoria. Sobre todo cuando no nos interesa recordar aquello que metemos en la maleta del olvido porque son cuitas de debilidad humana; cuando no, bajos instintos o malas acciones que cualquiera algún día pudo cometer, y el que no, que tire la primera piedra. Indudablemente, la conciencia de cada cual debe ser su referencia más auténtica y singular para conducir la vida, pero incluso también ella puede caer enferma en determinado momento, o doblarse por la fuerza de una circunstancia que la pone entre la espada y la pared, y por ello tampoco cabe sentenciarla para siempre: ¿quién no tuvo mala conciencia algún momento de su vida? También, demasiadas veces, es simple hipocresía o prejuicio lo que impide dar rienda suelta a nuestro instinto más natural, o hacerlo a hurtadillas, que puede confundirse con el más natural y espontáneo, de ahí que sea tan importante el derecho a la intimidad, y lo dice un periodista que nació con cierta curiosidad innata. Pero es que hay cosas que además deben quedar dentro de la piel de cada cual y a nadie más deben interesar.


Digo esto porque he sentido repulsa por quienes se han roto las vestiduras ante el vídeo de una señora, Olvido, que para mí sólo cometió al respecto un pecado, el de actuar con una ingenuidad tremenda; porque a estas alturas de la informática y comunicación digital, en época de bestial desarrollo de la telefonía móvil, que no haya tenido en cuenta el morbo y la malicia del ser humano -que siguen de actualidad como el primer día- y no haya tenido más prudencia en manejar lo que graba, aunque sea en intimidad, es abrir la puerta a un mamarracho cualquiera que pilla el producto y lo extiende como plaga audiovisual. Olvido pecó simplemente de olvido de la pérfida condición humana que convive entre nosotros, y en su olvido lleva la penitencia.


Y vaya penitencia: ¡Puta!, ¡guarra! y demás improperios, insultos y excesos verbales incontinentes, que le han sacudido en su normalidad y calma a la concejala que grabó un vídeo de contenido erótico, para su marido según ella y ¿por qué no hay qué creerla? Cual si Olvido fuera una persona que vende su cuerpo, cual si fuera verdadera inquilina de la mítica en otra época calle Olvido de Vigo, en barrio chino que se repetía por todas las ciudades de una España sin libertad sexual por mor de la religiosidad imperante o propio puritanismo de una época que dejó paso a otra de pisos de citas, bares de carretera y otras fórmulas sustitutivas de aquellos (porque seguir sigue la peña dándole a esta pasión carnal hasta hacer de la prostitución uno de los mayores negocios de la tierra), los malvados de su pueblo se echaron contra Olvido como si hubiera cometido delito de lesa humanidad, cuando verdaderamente debieran extender la receta pertinente al amigo que presuntamente dio publicidad al vídeo por la red y en youtube: 'cabrón, esto no se hace a nadie y menos a una amiga', deberían replicarle éstos en los oídos del vecino y no la vecina de este caso.


La mujer está destrozada, no hay más que ver imágenes suyas en el pleno para darse cuenta, porque ya tiene bastante con la vergüenza que puede suponer para cualquiera el que se airee públicamente lo que pertenece al ámbito privado, o secreto, de la propia sexualidad, como para que además cualquier imbécil la juzgue como bruja del Medievo, y a la hoguera. ¿De qué van éstos?; seguramente ni habrán visto el vídeo, pero tiro al blanco, a las siglas, a Olvido.


Y lo de pedir la dimisión como concejala ya es de coña y de no ver más allá de unas bragas tapa vergüenzas, que no sencilla prenda íntima, porque mira que hay motivos importantes para pedir la dimisión de miles de representantes políticos, por golfos, manirrotos, auténticos sinvergüenzas y hasta ladronzuelos, que, sin embargo, seguramente los que piden la dimisión de esta mujer ni se enteran ni se indignan con ellos. Siempre me han repugnado los tíos que llaman guarra o puta a alguien como Olvido por puro prejuicio, que únicamente es culpable del olvido por salvaguardar su erótico vídeo; generalmente, éstos son auténticos puteros que no salen de 'ese' armario únicamente por miedo a faldas de oficialidad. ¡Cómo no, también me repugnan de igual manera las mujeres que profieren los mismos insultos con intención de vejar a aquella que en el fondo resulta espejo donde algunas de ellas quisieran verse reflejadas libres de cinturón opresor por extremadamente casto!


¡Ojo!, pues, no a la sexualidad de cada uno, que allá cada cual, sino al uso de las nuevas tecnologías Y es que si avisamos a los menores de no jugar con un mal manejo tecnológico que les pueda reventar la inocencia o despilfarrar la personalidad de trauma psicológico, avisemos también a mayores como Olvido de que las armas las carga el diablo, o un amigo que abusa de tu confianza. Y ánimo.

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