Opinión

Si el Espíritu de Dios desciende...

Todos los años, la Iglesia termina el gozoso tiempo pascual recibiendo al Espíritu Santo. Así culmina la actuación de Cristo resucitado sobre los discípulos. Comienza la tarea de la Iglesia, continuadora (instrumento) de la salvación del Señor. Pentecostés es la fiesta de la experiencia de los Apóstoles sobre la presencia de Cristo resucitado en medio de ellos. Es el espacio de la actuación potente del Espíritu Santo en sus vidas. Les infunde valor y coraje. Su descenso sobre los discípulos de Jesús, cambia radicalmente sus actitudes y comportamientos. Los convierte en testigos valientes y veraces de la resurrección de Cristo.

El Espíritu crea comunión, todos se entienden en el lenguaje del amor, se saben testigos de un acontecimiento único, sorprendente, que es preciso comunicar: Jesús vive, su Evangelio debe ser predicado a todos, su verdad llena el corazón y su belleza fascina.

Me preguntarás: Y, ¿cómo se experimenta la acción del Espíritu Santo? ¿Cómo descubro su presencia? Te respondo: descubre en el Evangelio lo que hizo el Espíritu Santo con Jesús y sus discípulos. Lo condujo al desierto a orar y preparar su ministerio. El Espíritu permitió que fuera tentado, le hizo fuerte para vencer a Satanás. Descendió sobre Jesús en el Jordán; mantuvo una unión estrecha con Él; le iluminó en todos los momentos de la vida, hasta la cruz. Dios Padre, por el Espíritu, le resucitó de entre los muertos. Es el “Señor”.

Y, ¿qué hizo el Espíritu en los discípulos? Les condujo a la verdad plena de que Jesús resucitado vive en medio de ellos; les hizo vencer el miedo a los que les perseguían; les dio valentía para predicar; fuerzas para aceptar el martirio; sufrieron ultrajes por el Maestro; les condujo a los confines de la tierra; el Espíritu les acompañó en la celebración de los misterios y en la profundización de las palabras del Evangelio.

Y, ¿qué hace hoy el Espíritu? Vive en cada cristiano en gracia; fortalece a los cristianos misioneros, da fuerza a los mártires; asiste al papa y a los obispos; reparte dones entre los miembros del pueblo de Dios y va delante de la Iglesia anunciando la verdad, bondad y belleza de Cristo resucitado. Por eso hoy pedimos que descienda sobre la Iglesia.

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