Opinión

Miércoles Santo

Hoy, Miércoles Santo, la Misa Crismal destaca la importancia y sentido del aceite que, tras la bendición, es signo de gracia en los sacramentos del Bautismo, Confirmación, Orden sacerdotal y Unción de enfermos. La historia de la salvación continúa en la vida de la Iglesia, a la que Cristo ha enviado a predicar el Evangelio.


La Misa de hoy proclama a Jesucristo como sacerdote y rey de toda la creación. “Cristo” significa consagrado por la unción. Pero Jesús no recibió la unción ritual que en el Antiguo Testamento se aplicaba a los sacerdotes, reyes y profetas. Su unción radica en su ser de Dios hecho hombre. Al encarnarse la Palabra de Dios confirió a la humanidad de Jesús la unción, que le convertía en el Sacerdote, Profeta y Rey de la Nueva Alianza. El beato Pablo VI ha querido que esta misa sea verdadera fiesta del sacerdocio de Cristo, que se ofrece en la cruz e instituye su memorial en la última cena. Fiesta del sacerdocio ministerial, al que ha llamado a obispos y presbíteros para continuar su obra en el mundo: predicar el Evangelio, celebrar los sacramentos y pastorear a su rebaño; fiesta del sacerdocio del pueblo de Dios, encargado de dar a conocer a Jesucristo y ser “en el mundo fermento de santidad” y de “instaurar el Reino de Dios con sus trabajos temporales”. La síntesis de lo explicado está en el Prefacio de la Misa, como acción de gracias y expresión de la fe de la Iglesia en torno  al acontecimiento celebrado hoy:


Dios Padre constituyó a su Hijo único Sacerdote de la Alianza nueva, por la unción del Espíritu Santo y determinó perpetuar este único sacerdocio en la Iglesia y ha conferido también el honor del sacerdocio real (bautismal) a todo su pueblo Santo. Todos los bautizados poseen este sacerdocio por el que pueden ofrecerse a Dios como sacrificio de alabanza y glorificación. Jesús, eligió a hombres de este pueblo para que, por la imposición de las manos, participen de su misión y renueven el sacrificio de la redención y preparen el banquete pascual donde el pueblo se reúne, se alimenta por la Palabra y fortalece por los sacramentos.

(*) Doctor en Liturgia y Delegado diocesano.

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