Algunos de los nuevos presidentes autonómicos han olvidado muy pronto las promesas de austeridad y transparencia con las que ganaron las elecciones, y a la primera oportunidad su comportamiento ha sido tan derrochador como el que criticaban a sus predecesores. Sólo así se entiende que seis de los nueve gobernantes que viajaron a una comida con el presidente de la Comisión Europea, Durao Barroso, en Bruselas, llevaran un séquito de entre cinco y diez personas y uno incluso a su esposa, que es esperable que se pagara su billete. Y eso que iban a recibir una bronca para que no hicieran dispendios innecesarios. Será en el próximo viaje, pensaron.
