Opinión

Predicar en el desierto

La matanza de Orlando ha sido una muestra de terror y odio de carácter islamista o de carácter homófobo o una mezcla de los dos.  Si resulta difícil parar a un terrorista que tenga voluntad de matar, en Estados Unidos este empeño es todavía más difícil. No porque el FBI o las distintas agencias de seguridad no sean capaces de detectar a los islamista que se radicalizan, sino porque en ese país el acceso a las armas es sumamente fácil. Y una vez más el presidente Barack Obama ha vuelto a predicar en el desierto al pedir a los legisladores de Washington que regulen la venta de armas y el derecho a portarlas. Piensan los americanos que están todavía en la época del lejano Oeste. Y lo cierto es que  las armas causan más muertes que las que evitan.

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