Opinión

El peaje del fútbol aficionado

La competición ha regresado a los campos del fútbol aficionado en la provincia. Lo hizo más de 19 meses después de aquel 7 de marzo de 2020, el último antes de la pandemia del coronavirus que entonces lo paralizó todo y en el caso del fútbol modesto sirvió además para ponerle la soga al cuello.

El detonante principal fue, obviamente, la crisis sanitaria, pero no hizo ni más ni menos que sacar a relucir las carencias de un fútbol provincial anquilisado en la Edad Media. En todos los ámbitos: en el deportivo, en el estructural, en el de organización, en las redes sociales… En todo. Y esas carencias se mostraron a bornotones cuando unos meses después las competiciones no profesionales se dispusieron a retomar la competición.

Ellos (el fútbol modesto) fueron los únicos que se quedaron al margen. Hasta el fútbol base provincial volvió a la competición. Y se quedaron al margen exclusivamente por esas carencias. De aquellos polvos estos lodos. Quién se creería que el fútbol, el denominado “deporte rey” podría estar en peligro. Por supuesto que seguirá habiendo fútbol modesto en Ourense, pero el primer peaje ya se ha visto, con la reducción del número de equipos.

Ojalá que este tipo de situaciones sirvan como toque de atención para salir más reforzado. No se trata de “profesionalizar” estas categorías, porque no va a suceder, pero que sea una llamada a la evolución.

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