Opinión

Entre Picasso y la rotonda

A estas horas resulta inexplicable que el rey Felipe VI y su costilla Letizia no se diesen un garbeo por la rotonda viguesa de Coia para inaugurar el barco de Alfageme aprovechando el viaje para cortar la cinta de la exposición 'El primer Picasso' en A Coruña. Ya que se trata de arte... Si al final Abel Cabellero va a tener razón en esta oda al despropósito de las inauguraciones. Instalado el bicho en Vigo gracias a las medidas de seguridad, la peña corrió después a hacerse fotos con el mamotreto. Estrenada la muestra en la ciudad en la que Picasso se hizo artista, tres centenares de personas continuaban esperando donde les permitía el inquebrantable cordón policial para despedir a las autoridades con abucheos.

Independientemente de la sensatez de Felipe para intentar mantener la silla que le legó su padre, resulta inexplicable que a estas alturas alguien pueda reinar por tener la suerte de haber nacido primero y en palacio. Dicen que estamos en democracia... Felipe tuvo los arrestos de responder a la pitada con un saludo, pero su visita resultó un gatillazo real. La protesta no concitó el interés de más de tres centenares de personas, pero tampoco despertó un guiño a favor. Su visita incluso resultó incómoda como la del insoportable vecino del sexto.

El alcalde de A Coruña, Carlos Negreira, supo ver el trabajo de un colaborador para que la ciudad se reconciliase al fin con el mayor artista del siglo XX, pero en un acto para sacar pecho casi tiene que entrar por la puerta de servicio.

Abel Caballero no necesita apoyo real ni a Picasso para proclamar que las rotondas de Vigo "son las más bonitas del mundo" y "el barco está donde quieren los vigueses". Y se hace porque lo dice él. Los reyes se lo han perdido. Los aplausos serían parecido.

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