Opinión

Incoherencia

No queremos las antenas de telefonía móvil al lado de casa aunque salgamos del portal enganchados al telefonino, como le llaman los italianos. Los jóvenes se autoproclaman ecologistas mientras cambian de telefonino cada mes. No deben saber que el móvil es uno de los aparatos más contaminantes de los utilizados con asiduidad, ya que en su composición hay elementos que son muy escasos en la naturaleza. En este mismo terreno, en España cambiamos de compañía de telefonía móvil en función de lo bonito que nos resulte el nuevo aparato que nos ofrecen. En el resto de Europa los ciudadanos se fijan en el precio de las llamadas. Hay una oleada de peticiones de aumento de las condenas o de meter a todo el mundo en la cárcel pero nadie estaría dispuesto a pagar más impuestos para sufragar los gastos de mantenimiento, y la construcción de nuevas prisiones. Los aficionados al fútbol miran para otro lado cuando salen a relucir escándalos económicos que afectan al club de sus amores. Todos decimos con la boca llena que estamos en contra de la corrupción. Pues bien, el 70% de los alcaldes encausados por casos de corrupción han sido reelegidos. Todo el mundo se declara seguidor habitual de los documentales de La 2. Los índices de audiencia demuestran que lo más visto es la telebasura, aunque parece estar en retroceso. Las asociaciones de empresarios gallegos, y sus grupos de presión disfrazados bajo distintos nombres, siempre hablan en contra del Gobierno, cuando es socialista claro, pero nunca dan la cara cuando los problemas los generan ellos. No se puede pretender que la sociedad sea coherente al cien por cien pero resulta muy complicado avanzar si las incoherencias son tan abundantes y tal fáciles de resolver.


Uno de los remedios sería que los responsables políticos no cedieran ante la primera petición de un grupo de ciudadanos que piden incoherencias, y mantuvieran el tipo para sacar adelante los proyectos. La incoherencia duraría un suspiro. Un ejemplo muy claro: las protestas contra las plantas empacadoras. Hoy nadie sabe ni recuerda que las plantas funcionan. No producen ninguno de los problemas que en teoría generarían.


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