Iniciarse en una tarea emprendedora tiene muchos claroscuros y hay que trabajar para ver la luz
En estos tiempos en lo que ser emprendedor es un concepto que se ha puesto de moda y parece que hoy si no emprendes no eres nadie, en estos tiempos en los que los políticos en vez de buscar niños a los que dar besos en los mítines buscan un emprendedor al que dar ese beso… Justo en estos tiempos, he de decirte algo que quizás te sorprenda, y es que el mundo necesita de emprendedores, pero no todo el mundo vale de inicio para ser emprendedor o emprendedora.
Emprender es sinónimo de atreverse, de ser capaz de salir de tus zonas de confort, tanto personales, sociales como laborales y buscar nuevas maneras y formas de desarrollarse. Y en este camino, ya te adelanto que te vas a encontrar con multitud de obstáculos, de barreras, de puntos sin salida y de (por qué no decirlo) de zancadillas que te pondrán… Y para todo esto solo hay un camino: atreverse y ser valiente.
Emprender también es sinónimo de renunciar, de dejar atrás muchas cosas de las que antes disfrutabas. Es renunciar a parte de tu vida social y familiar, es renunciar a tiempo de ocio y de desarrollo personal, es renunciar a puntos de tu vida que te llenaban pero a los que ahora no vas a poder dedicar tiempo. Y renunciar es doloroso por todo lo que ello conlleva de sufrimiento en la mayoría de las ocasiones.
Emprender es sinónimo de sufrir, de sufrir cuando ves que los planes que habías trazado no se cumplen, de sufrir cuando ves que las cuentas del banco tienen más rojo que negro, de sufrir cuando llegan los finales de mes y tienes que pagar las nóminas de tus trabajadores, de sufrir cuando ves que la competencia te baja los precios y no eres capaz de igualarlo, de sufrir cuando ves que las cosas van a ir más despacio de lo que habías imaginado en los inicios.
Emprender es sinónimo de trabajar, de echar horas y horas en tu oficina o en el local o en la nave en la que está tu centro de trabajo. Emprender es dedicar mucho tiempo a conseguir esos sueños que un día tuviste.
Emprender es invertir tu tiempo en tareas que muchas veces no pensaste que ibas a tener que realizar, pero para las que no te quedará más remedio que hacer, porque si no, el trabajo no sale ni en fecha ni en plazo.
Emprender es sinónimo de aprender, porque por mucho que anticipes amenazas, por mucho que te formes y te recicles para corregir y mejorar tus debilidades, por mucho que creas que tienes unas fortalezas únicas, tarde o temprano, comprobarás en tus propias carnes, que ni sabías tanto, que no habías anticipado tantas amenazas y que luego surgieron más, que corregiste tus debilidades pero que ya te han surgido otras nuevas y que lo que tú creías que eran fortalezas resulta que dejan de serlas porque tu competencia también se forman y se reciclan y consiguen alcanzarte y superarte en esas “fortalezas”.
Así que, la carrera de emprender, la carrera de aprender nunca termina. Emprender es sinónimo de soñar, porque los sueños son la “gasolina” del presente, porque los sueños son los que alimentan la ilusión con la que nos levantamos cada día para seguir adelante, porque los sueños son los que nos dicen que no tenemos límites, porque los sueños son ese objetivo que está ahí solo para los que tienen el valor de buscarlos, porque los sueños son los que guían nuestros pasos hacia ese punto final, hacia esa cima en la que está el éxito.
Emprender es sinónimo de sentir, porque si no tienes la capacidad de sentir, entonces no estás vivo. Emprender es sinónimo de estar, porque solo el que tiene la capacidad de estar en su carrera de emprender con los cinco sentidos es el que realmente disfruta de ese recorrido. Emprender es hacer, porque todos los que hemos abierto una empresa sabemos que ideas tienen muchas personas, pero solo unos pocos convierten esas ideas en acciones. Emprender es sinónimo de SER, porque por encima de modas, el “ser-emprendedor” es una actitud, una manera de vivir.
