reportaje

Val do Dubra, mundo bonsái

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photo_camera Parte de la colección de bonsái que se cultivan en Val do Dubra.

El vivero Kingii, que cuenta con más de 2.500 bonsáis, 4.500 modelos de macetas distintas, talleres formativos y organiza un congreso internacional cada dos años, es un referente para los aficionados a este cultivo. 

Todo el mundo bonsái está en Val do Dubra. Los apasionados de esta técnica milenaria pueden encontrar en el vivero Kingii más de 2.500 árboles, herramientas y tierra para su cultivo, unos 4.500 modelos de macetas diferentes, talleres las tardes de los miércoles a los que acuden aficionados de toda Galicia y un congreso internacional bienal durante el primer fin de semana de octubre. Al último, celebrado el año pasado en el pabellón de la localidad, asistieron 4.000 personas de toda España, salvo de La Rioja y Canarias, y contó con expositores de Portugal, Francia, Italia y Alemania. "Le seguimos llamando Congreso Galego de Bonsais por la morriña, pero perfectamente se podría denominar congreso internacional. Ha sido la mejor exposición que se ha hecho en Galicia y una de las que causó sensación en España", comenta Alberto Baleato, propietario del vivero e impulsor de una muestra en colaboración con el Concello que va por su tercera edición.

Y todo comenzó en el año 2003 por un libro. Leo, un vecino con el que ahora recorre el mundo para enseñar y perfeccionar su trabajo, le propuso cultivar un bonsái siguiendo las instrucciones del manual cuando sólo tenían trece años. El reto adolescente se convirtió en pasión y la pasión acabó siendo un modo de vida y un negocio. Pero antes de dar el salto empresarial por recomendación de muchos aficionados, Alberto Baleato trabajaba como enfermero. Hace dos años y medio decidió abandonar su profesión porque le resultaba casi imposible seguir compaginando las dos actividades. "Una semana estamos en Cantabria, otra en Francia, otra en Croacia... Era imposible seguir con las dos cosas. Ahora no tengo noches ni guardias, puedo vivir de algo que me apasiona y soy feliz".

Son muchos los gallegos que comparten la afición por los árboles enanos. "En Galicia tenemos ahora cinco asociaciones que están en Ourense, A Coruña, Vigo, Moaña y Sarria. Estoy muy sorprendido porque yo también era de los que pensaba que sólo éramos cuatro amigos pero, además de las asociaciones que he comentado, hay un montón de gente autodidacta que hace sus cositas".

Alberto Baleato también comenzó por su cuenta con el libro de su amigo Leo –ahora forman con el coruñés Luis Vila el grupo El tim que imparte cursos en España y en todo el mundo, además de mantener activo un blog muy seguido–, pero amplió su formación con los grandes maestros. "Viví tres meses en Italia para poder trabajar con Salvatore Liporace, que está considerado uno de los mejores de Europa. También estuve en el Museo Municipal de Bonsáis de Alcobendas con David Benavente y después mu fui a Japón para estudiar en un vivero". En China comenzó el cultivo en los templos budistas, en el país del sol naciente se perfeccionó la técnica.

INICIACIÓN

Para iniciarse, el experto recomienda "buscar un referente de zona con el que asesorarse. Mantener un bonsái no es más difícil que un geranio. No tiene mayor dificultad a nivel cultivo, de la estética ya podríamos hablar largo y tendido. Hay gente que te dice que tuvo uno pero se le murió, pero es que la mayoría los mete dentro de casa cuando necesitan estar fuera y sentir los cambios de temperatura y de luz, además de mucha agua. El resto es un poquito de cultivo, un poquito de tijera y un trasplante cada cinco o seis años".

Otra de las creencias extendidas sobre estos árboles diminutos es que han sido modificados genéticamente. "No es así, tú puedes hacer un bonsái de cualquier árbol de la naturaleza: un manzano, un peral, un castaño... Como sucede con la vid, que en mi zona está en parra alta y en el Bierzo son pequeñas, gordas y retorcidas. Se piensa que los bonsáis no crecen y crecen mucho. Nos interesa tenerlos muy abonados para que engorden y podarlos según nos interese. El secreto es dejar crecer el árbol y podar, crecer y podar".

En el vivero Kingii se puede adquirir un bonsái a partir de diez euros. "Los que más gustan al principio son los pinos, los arces japoneses por una coloración otoñal espectacular, los juníperos porque se retuercen mucho..." Los expertos cuidan tanto el árbol como la maceta. El objetivo es llegar a la perfección. n

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