LA REVISTA

Idea Vilariño, Juan Carlos Onetti, “Ya no será”

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photo_camera Idea Vilariño, poeta uruguaya de la Generación d 1945.

Una locura, una historia de amor extrema

 “El último hombre de quien debí enamorarme”, le confesaría a la periodista María Esther Gilio. Lo de Idea Vilariño (Montevideo, 1920 - 2009) y Juan Carlos Onetti (Montevideo, 1909 - Madrid, 1994) fue un tormento de sangre, una historia pasional entre olvidos, tormentas y sonoros aguaceros. Ella tuvo otros amantes, muchos; él arrastraba fama de mujeriego y bebedor. Ella se casaría una vez, él, cuatro; nada impediría sus encuentros tórridos, “Había un hombre que llegaba a mi casa sin aviso, a cualquier hora. Cerrábamos las puertas y las ventanas. Se detenían todos los relojes”. Ella le dedicaría en 1957 Poemas de amor, con el célebre 'Ya no será' él, el Libro de Los adioses.

Se conocieron en Montevideo, allá por 1950, y la relación duró de aquella manera hasta 1974. Al encuentro inicial acudió con unos amigos de la revista Número. A Onetti -cuenta- lo tenía por “cretino”, él por una busca hombres; “él se encontró un ser delicado con una sonrisa giocondina”, ella, con “un seductor muy inteligente”. “Esa misma noche me enamoré de él. Me enamoré, me enamoré, me enamoré”, le contaría a Gilio, biógrafa de Onetti.

Y la vida sigue, en 1953 Onetti se casa con Dorotea Muhr, pero no dejó a Vilariño, ni se preocupó de escondérselo a su esposa. Eran siempre visitas intermitentes. En 1961, una noche mientras estaban juntos fue asesinado por error el profesor Arbelio Ramírez; el destinatario de aquella bala era el mismísimo Che Guevara. Ella, militante, se preparaba para ir a la asamblea. Advertido por la circunstancia, Onetti la paró al llegar al umbral de la puerta: “Si te vas, no me ves más”; se fue. A la vuelta, Idea se encontró una nota llena de insultos y un manojo de poemas hechos añicos junto a la pata de la cama.

Se volvieron a ver en 1974, en el hospital donde él estaba convaleciente junto a su esposa Dolly; ella, los dejó solos, sabía que habían sido amantes. Fue lo de siempre, silencios, besos y llantos. Un año después Onetti recalaría en Madrid donde fue durante años el célebre encamado que todos conocemos, murió en 1994. Idea lo visitó en varias ocasiones. 

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