LA REVISTA

Un río de agua caliente discurre bajo el Miño

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photo_camera Tres personas observando las termas ourensanas.

Decía Casares que si juntasen las fuentes de la ciudad de ourense, formarían un caudal tan grande como el manzanares. Sumémosle los de Cenlle, Arnoia, Cortegada...

A Antonio Casares Rodrigo eminente científico y uno de los precursores de la catalogación y análisis de las aguas minerales de Galicia en el siglo XIX le chocaba el poco provecho que entonces se sacaba de tan valioso patrimonio termal en la ciudad de las Burgas. El uso actual sigue siendo ínfimo. Ourense no solo cuenta con el mayor patrimonio termal urbano que existe en Galicia, también es la cabecera de un itinerario que lleva, Miño abajo a una ruta termal que discurre en paralelo al gran río gallego y recorre los municipios de Cenlle, Castrelo de Miño, Ribadavia, Arnoia, Cortegada, Melgaço, Monçâo y Caldelas de Tui.

La Casa de Baños, los Baños de Outeiro, los Baños de Mende y el Balneario de Las Caldas, en Canedo, ya son historia. Pero en su lugar, Ourense creado un nuevo modelo de termalismo: las pozas. En esencia se trata de aprovechar a cielo abierto las surgencias termales y ofreciéndolas con carácter público y gratuito. Chavasqueira, Tinteiro, Muiño, Outariz, en la margen derecha y la fuente de Reza en la de la izquierda. Se complementan con los pequeños balnearios de A Chavasqueira y Outariz que también supusieron un nuevo estandar, frente al termalismo clásico de carácter más terapéutico, ofreciendo unas instalaciones donde prima lo lúdico y el relax.

Balneario de Cortegada 2_resultSi seguimos Miño abajo nos encontraremos con Laias, inaugurado en 2001. Aguas bicarbonatadas sódicas, que emergen a 51º con un generoso caudal de 28.800 litros por hora dan servicio a un hotel balneario con cien habitaciones. Unos escasos kilómetros hacia el suroeste estaba el pequeño balneario de Castrelo de Miño, desaparecido con la construcción del embalse. Una vez en Ribadavia, a orillas del río Cerves, se encuentra Prexigueiro. Su historia es mucho más antigua que sus instalaciones, de hace un lustro. Era el manantial que Enrique Peinador quería para construir su gran balneario, en el siglo XIX. Pero no llegó a un acuerdo con los vecinos, que eran los propietarios, y se decidió finalmente por Mondariz.

En la margen izquierda, poco antes de la desembocadura del Arnoia en el Miño se encuentra la Villa Termal de Arnoia. Inaugurada en 1995 fue el primer gran balneario de la provincia de Ourense surgido en la segunda edad de oro del termalismo gallego, a mediados de la década de 1990. Sus aguas son sulfuradas, bicarbonatadas y fluoradas, de mineralización débil.  Desde su embarcadero se puede seguir el viaje en catamarán hasta el siguiente balneario, en Cortegada. El balneario que está en la orilla misma del río conserva su bella silueta de buque atracado. Mandado construir por José Álvarez Puga entre 1932 y 1936, fue restaurado en la década de 1990. La oferta termal de Cortegada, que tiene otros manantiales de agua minero medicinal ha resurgido con un nuevo establecimiento inaugurado hace apenas unas semanas. Cercano el uno del otro, sus fachadas ejemplifican dos épocas de la historia termal de Galicia.

Portugal

Tras Cortegada de Baños el viaje sigue río abajo. El embalse de Frieira nos impide continuar en barco, pero no hay problema. Podemos hacerlo siguiendo la carretera que nos lleva por Ponte Barxa hasta la frontera de San Gregorio. Entramos en Portugal y nos encontramos en Melgaço. Allí están las Termas do Peso. Desde 1885 cuenta con planta de embotellado de unas aguas que son  de mineralización fuerte, con presencia de gas carbónico y que están clasificadas como bicarbonatado cálcicas. Dispone de área de tratamientos y de un bello parque cuyo entorno fue recientemente rehabilitado, al igual que el balneario. Melgaço tiene frente a frente, al otro lado del río el municipio pontevedrés de Arbo y comparte con éste una reputada tradición en la elaboración de la lamprea.

1 pozas_resultSi seguimos por la orilla portuguesa llegaremos hasta Monçâo. Allí conviven presente y pasado. Un pequeño edificio cerca del río fue durante más de un siglo uno de los balnearios preferidos por los artríticos tanto gallegos como portugueses, pues sus aguas tenían fama de aliviar con éxito dicha dolencia. A partir del siglo XXI, cedió el testigo a una nueva instalación que se complementa con un hotel termal. Sus aguas emergen a 49,5 grados, con un caudal de 21.000 litros por hora de aguas bicarbonatadas, sulfuradas sódicas y muy radiactivas.

Desde Monçâo podemos cruzar el Miño a través de un puente que nos lleva a Salvaterra, para seguir hasta nuestro último destino: Caldelas de Tui. Este es un pequeño balneario con un confortable hotel de 50 habitaciones cuyos orígenes se remontan al siglo XVII y ya cuenta con un médico director desde 1800. Enrique Peinador ejerció como interino en este balneario y fue en ese tiempo cuando conoció de la existencia de Prexigueiro, su frustrado proyecto. En Caldelas el agua emergue a 47 grados con una composición que las clasifica entre las clorurado sódicas y sulfhídrico azoadas, con una importante presencia de flúor y litio. Muy apropiadas para las vías respiratorias, las aguas de Caldelas cierran el catálogo de los recursos termales del Miño, donde no faltan fuentes a cielo abierto, pequeños spa, balnearios y hoteles termales, agua mineral embotellada y tres regiones vinícolas históricas de las que ya se hablaba en las memorias anuales de estos balnearios en el siglo XIX: Ribeiro, Vinhos Verdes y O Condado.

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