CRISIS MIGRATORIA

La intermitente lluvia de campos de refugiados en París

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photo_camera Un refugiado en un colchón en las calles de París.

Tiendas de campaña, colchones, cartones y macutos son las pertenencias de quienes ocupan las avenidas de la capital francesa

París vive unos tres desalojos al mes de campos improvisados de refugiados e inmigrantes, que del mismo modo que se desmantelan vuelven a aparecer. A la espera de que se abran los centros de acogida prometidos por la alcaldesa, Anne Hidalgo, es una realidad que cualquier transeúnte puede ver a pie de calle.

Tiendas de campaña, colchones, cartones y macutos son las pertenencias de quienes ocupan, por ejemplo, la avenida de Flandres y la de Jean Jaurés, en el norte de la capital francesa.

Se trata, sobre todo, de familias sudanesas y afganas que han vivido una odisea para llegar a Europa a través de Italia y Grecia, y que se ven forzadas a dormir en la calle en su búsqueda del derecho de asilo y de un lugar digno donde vivir.

Es el caso de Fawad Akwad Nouri, antiguo policía y padre de 5 niños, que viajó con toda su familia desde Kabul hasta París, huyendo de la amenaza talibán y del Estado Islámico. "Me atraparon una vez y me torturaron. Luego decidí salir. No era seguro para mis hijos", comenta mientras enseña las cicatrices que surcan su cuerpo.

Hoy, espera entre tiendas de campaña desde hace dos semanas una respuesta del Estado francés a su demanda de asilo y domicilio, para que los pequeños puedan ir al colegio.

Después de un largo viaje y de una estancia de tres meses en Alemania decidieron ir a Francia porque los niños habían aprendido francés en la escuela. "En Alemania no lográbamos hacernos entender, aquí nos tratan mejor", dice a Efe a través de Zineb, su hija de 9 años, quien hace las veces de traductora.

Francia es el reflejo de una realidad que azota Europa, que ha recibido más de 1,2 millones de peticiones de asilo solo en 2015. De ellas, la región parisina acumula 79.126.

El compromiso en septiembre pasado de la Unión Europea de albergar a 160.000 solicitantes hasta 2017 -de los que solo se ha acogido a un 2,4 %- no ha acabado con estos campamentos de fortuna que brotan en pleno París.

Alojamientos infrahumanos en los que vive gente como Hassan, ingeniero sudanés de 28 años que lleva en París más de un mes y ha sido desalojado tres veces. "Siempre volvemos al mismo sitio, no tenemos otro lugar adonde ir y además ya conocemos la zona", explica a Efe.

El joven siempre encuentra un rincón donde poner "sus cosas", pero guarda en su mochila lo más importante.

"Va siempre conmigo para no perderla cuando viene por sorpresa la policía a las cinco de la mañana. El colchón y lo demás se consiguen luego", añade Hassan, quien llegó a París desde Italia tras viajar en barco desde Libia.

En esa oleada migratoria, París es un punto de paso clave de quienes van hacia la localidad portuaria de Calais con la intención de cruzar al Reino Unido, lo que se refleja en unos campos insalubres a los que la alcaldía quiere poner fin.

Hidalgo prevé abrir en octubre -aunque la fecha ya se ha pospuesto dos veces- ese centro que deberá acoger a unas 900 personas antes de finales de año, donde se les prestará un servicio de acogida inicial y atención médica primaria antes de reubicarlas en el resto del territorio.

La solución puede ser viable, siempre que consigan recibir y reubicar cada día al mismo número de personas, comenta a Efe el director de la administración de la ONG Médicos del Mundo en la región parisina, Pierre Ilham.

Hoy, solo la buena voluntad de algunos ciudadanos anónimos y de trabajadores humanitarios consigue hacer soportable la situación en muchos campamentos.

Una mujer que trae comida a los inmigrantes y que pide no ser identificada refleja la cara de quienes se vieron en la misma situación pero han conseguido salir adelante.

"Cuando llegué a Francia estuve de un sitio para otro con mis hijos. Gracias a las ayudas logré tener una casa, aprendí francés y empecé a trabajar. Hoy puedo decir que soy funcionaria en el Ayuntamiento de París". Por eso, alienta, "hay que ayudarles a salir de la miseria".

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