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El cambio climático obligará a variar hábitos y cultivos a los productores

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photo_camera Vendimia el pasado día 12 de septiembre en un viñedo de la Denominación de Origen Ribeiro.

El olivo podría encontrar unas condiciones más idóneas para su desarrollo y la viticultura podría realizarse a mayor altura 

La actual dinámica de cambio de estaciones, con veranos más prolongados y régimen de precipitaciones más concentrado en el tiempo -según los expertos, llueve prácticamente lo mismo pero en menos días y con más cantidad- está llevando a expertos y trabajadores del campo a valorar ciertos cambios de hábitos e incluso de productos a trabajar o cultivar. Según Xosé Ramón González, de Unións Agrarias, este cambio "tiene aspectos negativos como el desorden climático, del que tuvimos buena muestra el año pasado con esa helada en plena primavera, y contra eso nuestra única arma son los seguros, que debemos luchar por cambiar ya que están adaptados a la agricultura del sur de España". El otro inconveniente que detecta es "el déficit de agua" y en este sentido cree que "debemos recuperar algunos regadíos antiguos e ir pensando en establecer represas para mejorar la situación".

Francisco Javier Rodríguez, profesor titular de la Facultad de Ciencias, explica que en el caso de especies como los cereales o algunas especies arbóreas que necesitan mucho frío en el invierno para florecer y obtener rendimientos altos en las cosechas, "ese aumento del calor durante el otoño y el invierno hará que los rendimientos de las cosechas sean menores".

Por esta razón, el representante de Unións Agrarias avanza que "los ganaderos tendrán que acostumbrarse a comprar forraje para alimentar sus cabañas", ante ese descenso de pastos propios que se prevé. Aunque hay la opción señalada por Rodríguez Rajo de "utilizar especies forrajeras más adaptadas" al nuevo entorno que se avecina.

Servando Álvarez, del Centro de Desenvolvemento Agrario del Inorde, apunta que "el problema en este momento es que no están asentados los nuevos ciclos", aunque coincide en que "hay que buscar y elegir aquellos clones que aguanten mejor ese endurecimiento del clima".

Un cambio climático que Xosé Ramón González considera que para el mundo del vino abre nuevos campos, como la posibilidad de "cultivar variedades, como el tempranillo, que hasta ahora no eran tan habituales, así como elevar la producción de viñedo a zonas de mayor altura".


Nuevas oportunidades


José Manuel Díaz Barreiros, vicepresidente de la Confederación Empresarial de Ourense, añade que, "probablemente, el clima más seco traerá una reconversión agraria hacia productos que demanden ese tipo de clima". En este sentido recuerda que la aceituna "es un claro ejemplo de producto que necesita clima seco y ya hay producción en Galicia".

José Antonio García, presidente de la Asociación de Productores de Aceite de Galicia (APAG) lo confirma. "Hace pocos días vino un técnico de Jaén a darnos una charla y nos comentaba que hace años eran ellos los únicos productores, pero que con este cambio climático estaba empezando a subir la producción hacia el norte", explica.

Añade que no son los únicos nuevos cultivos que se están probando en la actualidad en Ourense y Galicia. "Ya hay producciones de pistacho, arándanos o incluso almendro, a la vista de la nueva situación climatológica que se avecina", agrega.


Rodríguez Rajo: "Se agravará el estrés hídrico"


Francisco Javier Rodríguez Rajo es profesor titular de la Facultad de Ciencias en la Universidad de Vigo y estudia los efectos del cambio climático sobre cultivos y ganadería. Según los datos que maneja, el impacto sobre la agricultura y la ganadería será mayor en las zonas con mayor índice de continentalidad, como es el caso de la provincia de Ourense.

Según explica, con este nuevo escenario las precipitaciones se concentrarán en menos días, de modo que, aunque llueva lo mismo habrá mucha menos agua a disposición de las plantas ya que mucha del agua de esos días de lluvias extremas se pierde porque el suelo no es capaz de retenerla y además se provocarán fuertes erosiones en los terrenos destinados a actividades agrícolas y ganaderas. Esto "agravará el estrés hídrico en las plantas con la consecuente disminución de los rendimientos de la cosecha, un aumento en las enfermedades y en las malas hierbas en los cultivos", señala.

Por ello, avanza que la agricultura "tendrá que adaptarse con planes de regadío eficientes para paliar ese déficit hídrico o la implantación de nuevas variedades adaptadas al nuevo escenario".

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