EL RETO DEMOGRÁFICO

Cuatro concellos necesitan el doble de nacidos hasta 2022 para tener colegio

La escuela infantil de Taboadela, una de las que más riesgo tiene (JOSÉ PAZ).
photo_camera La escuela infantil de Taboadela, una de las que más riesgo tiene (JOSÉ PAZ).

Abre la solicitud de plaza para el próximo curso escolar y, no solo en estos, sino que en otros dos municipios la supervivencia en el próximo trienio dependerá del compromiso de los padres 

La situación demográfica tiene en vilo a al menos cuatro colegios de la provincia de Ourense –Vilariño de Conso, Beariz, Punxín y Sarreaus– que con una media conjunta de 20 nacimientos cada tres años, necesitan al menos 40 hasta 2022 para certificar su supervivencia.

La Consellería de Educación, Universidade e Formación Profesional ya ha abierto hasta el 15 de febrero el plazo para solicitar la reserva en los centros, y del 1 al 20 de marzo será el turno para la solicitud de admisión. El curso 2018/2019 eran 1.835 los llamados a matricularse en 1º de Infantil, mientras que de cara a este próximo curso serán todavía menos (1.781). 
No son pocos los centros que se juegan semanas clave para asegurar su futuro. La escuela infantil (3-6 años) de Paderne de Allariz echó el cierre este curso al no llegar al mínimo de seis alumnos exigido por la Xunta de Galicia. Ni siquiera que haya nacimientos garantizó su futuro, como presumió el alcalde ante la Xunta.


Compromiso


El problema es que no son pocos los padres que en núcleos más o menos cercanos a la ciudad prefieren llevar a los niños a estudiar a la ciudad. Con esto, la supervivencia fiada a un repunte de la natalidad ni siquiera es garante. Es el caso de Taboadela, uno de los más delicados. 

 Allí, la escuela infantil arrancó el curso actual con solo nueve alumnos. Sin embargo, no depende tanto de la natalidad, ya que si los padres se animan –hay 15 niños entre 0 y 2 años en el padrón de 2018 que podrían asegurar la supervivencia del centro– habrá futuro. Pero la competencia de la ciudad es feroz.

Más complicado se dibuja el futuro del colegio de Punxín en el horizonte 2022. Solo tiene 13 alumnos en la escuela unitaria de 3 a 9 años, y lo que viene por detrás no invita a ser optimistas. Según los datos del Instituto Galego de Estatística, había solo cinco niños entre 0-2 años el año pasado, mientras al menos una decena sobrepasará los nueve años en 2021. El mínimo exigido para tener escuela son seis y la media de siete nacimientos cada tres años se antoja insuficiente. 

Al menos necesitarían  el doble de nacimientos en el próximo trienio –no todos los alumnos cursan Infantil– para asegurar el colegio –la media anual de nacidos  es de dos–.


Doblar o triplicar


Uno de los centros que más creció el curso actual fue Sarreaus, al pasar de 12 a 15 alumnos. Cuenta con unas modernas instalaciones y tiene cantera. Las cifras del IGE muestran que hay cuatro recién nacidos y otros dos 1 y 2 años, que pueden paliar la marcha en el próximo trienio de otros seis alumnos. Sin embargo, deberá acelerar sus nacimientos, que suman ocho cada trienio, lo que dejan unas cifras muy justas para su supervivencia.

La cosa está difícil en Vilariño de Conso. Llevan una tendencia negativa, quedándose en seis alumnos el actual curso. Problema: solo tienen , según el IGE, tres menores de tres años, por lo que necesitarían acelerar los nacimientos a entre seis y siete en tres años (más del doble de lo actual) para blindar el centro. 


El reto de la natalidad


Otro concello en situación dramática es Beariz, con 15 alumnos, de los cuales solo dos son de Infantil. Hasta 2022 se marcharán una decena de ellos, y hay cinco niños en edad de poder entrar en los próximos años. En los últimos tres, apenas se registraron dos nacimientos, por lo que de no triplicar al menos estos nacimientos, se verán abocados al cierre futuro. 

Donde sí hay mejor perspectiva es en Baltar, con 17 matriculados este curso, y hasta 9 niños de tan solo un año en espera de entrar en los próximos dos años en Infantil. 

Vilariño, en situación límite; taboadela, con estrecho margen
Una de las claves que los expertos recogen como vitales para dinamizar el rural es la llegada de familias de inmigrantes, algo que, por ejemplo, en Vilariño de Conso, no fue bien recibida por todos los vecinos. Una familia siria con cinco niños fue rechazada por un sector de pueblo, e impidió la necesaria revitalización el colegio. La alcaldesa, Melisa Macía, advertía a finales de 2018 de la crítica situación que vive el centro escolar de este municipio, al estar en el límite de lo marcado por Educación. Se salvó este año por la llegada de una familia andaluza y el futuro pinta negro. Otro de los que viven al límite, Taboadela, ya ha comenzado la campaña para intentar captar alumnado. El Concello de Taboadela ya ha lanzado la invitación a solicitar la admisión entre el 1 y el 20 de marzo, vendiendo las bondades de unc centro "pequeno, con poucos alumnos, e que fai que todos se coñezan, se axuden e colaboren entre eles". Creen que estas pequeñas escuelas son positivas y que convivan diferentes edades en la misma aula ayudan a "borrar fronteiras artificiais entre os diferentes grupos de idade". 

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