OURENSE NO TEMPO

Inventores de Ourense

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photo_camera Avioneta equipada con los flotadores, invento del ourensano César A. Conde.

La actividad investigadora en nuestro Ourense ha tenido en los últimos tiempos un desarrollo alentador. n acumulador de energía para molinos eólicos, un producto químico para eliminar la Legionella, una superenzima para fabricar biodiésel... son algunos de los inventos. 

Muy lejos de poder echar las campanas al vuelo, la actividad investigadora en nuestro Ourense ha tenido en los últimos tiempos un desarrollo alentador. Los equipos formados en las facultades ourensanas son buena muestra de ello, contabilizándose más de una docena de patentes de innegable interés, (aunque de momento se resiste el escollo de la financiación para su desarrollo). Un acumulador de energía para molinos eólicos, un producto químico para eliminar la Legionella, una superenzima para fabricar biodiésel... son algunos de los inventos patentados por los investigadores “oficiales”. 

A ellos se unen los desarrollados directamente por las empresas interesadas, como los que la empresa Rodríguez López Auto presenta en el mercado: un sistema de anclajes de asiento en autos blindados y ambulancias que permite moverlo por el habitáculo sin soltar el cinturón de seguridad y otros elementos específicos para su empresa que se han visto obligados a desarrollar. O los de empresas como Gaélica Solar, que ha desarrollado alimentadores solares para ganado o farolas autónomas. 

Existen también esos “locos” que dedican su tiempo a pensar en cómo mejorar la vida de sus semejantes. En este grupo se puede encuadrar al ingeniero Antonio Estévez, que ha patentado un aparato que evita la entrada de animales terrestres en las carreteras o depuradoras de agua con luz ultravioleta. Y la que seguramente tenéis muchos en mente, la farmacéutica Ourensana Mafalda Soto Valdés, quien ha desarrollado un producto solar especifico para negros albinos, “Kilimanjaro Suncare”, que elabora y distribuye gratuitamente entre la población africana (además dmafaldasotovaldes_resultel problema de padecer cáncer de piel, estos individuos son considerados generadores de fortuna, lo que convierte su vida en muy peligrosa. Hay quien buscando la fortuna no duda en matar a sus semejantes).

Si está claro que las dificultades a vencer por un investigador inventor son aún hoy en día enormes, imaginaos eso mismo echando la vista atrás.

Ya os hable del invento que en 1907 patentó Andrés Perille, (ferrolano de nacimiento pero ourensano de adopción), quizás haya sido el que más éxito tuvo en su tiempo, llegando a tener distribución internacional. No se trataba más que de sustituir las típicas plumas de animales en los plumeros por la barata y duradera fibra vegetal de rafia: “Rafium”.

En 1910, el ingeniero ourensano Cesar A. Conde mostró los planos del autotorpedo “España”, que el Gobierno francés se comprometió a fabricar ofreciéndole al Ejército español la posibilidad de adquirir unidades. Poco después, en 1913, el señor Conde recibe un premio en París por otra nueva patente que habría de revolucionar el mundo de la aviación, permitiendo amerizar a los aviones en lugar de aterrizar. Se trataba de montar un flotador con forma de canoa al lado de cada rueda del tren de aterrizaje. Este invento sigue estando de actualidad a día de hoy, con las lógicas modificaciones, pero su inventor no recibió ni siquiera las gracias. La I Guerra Mundial fue la culpable de que muchos países copiaran el sistema sin preocuparse en exceso de permisos ni patentes. El invento se conoció como "la canoa voladora". 

De otro estilo fue el invento que Elías Pérez, fundador de la funeraria La Soledad, patentó en ese año. Se trataba de un porta féretros que hacia mas cómodo y seguro el transporte de ataúdes a hombros. 

En 1952 se hablo del "Tacón giratorio" que Juan Sepúlveda Martínez desarrolló para intentar evitar el desgaste de los tacones. Proponía añadirle una pieza giratoriperille_plumeros_resulta que, según se fuera produciendo el desgaste típico de los zapatos, se pudiera ir girando para aumentar la duración del calzado. 

En 1966 se anunciaba el invento de Clemente Fuentes Andreu (Tito Fuentes): se trataba de una válvula de seguridad para frenos hidráulicos que ofrecía un claro avance en cuanto a seguridad de los vehículos. Su invento fue premiado en las exposiciones de Bruselas y Zaragoza, presentándose también en Nueva York en septiembre de 1966. Suscito el interés de varias marcas de automóvil, entre ellas Barreiros que lo probó en su Simca 100. Pero la negativa de Clemente a desplazar la producción de la provincia lastró su desarrollo.

Capítulo aparte ya han tenido las patentes de productos desarrollados por farmacéuticos ourensanos: Juan Vidal, Constantino Bouzo, Román, etc. (X2, Peruscabino, Emulsión SOT, Gadulina…).

No puedo cerrar esta relación de inventores sin recordar al gran inventor, poeta y escritor, entre otros méritos, don Juan de la Coba y Gómez. A su autoría debemos desde un idioma, el "trampitán", hasta el "pirandargallo", gran paraguas que permitía viajar suspendido en el aire y esperar que por debajo de nosotros pasase el lugar elegido.

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