Picho se despide “por todo lo alto” tras 33 años en la Guardia Civil

homenaje

Tres décadas en el puesto de A Gudiña han dado para mucho. Familiares, vecinos y amigos han querido organizar una gran fiesta de despedida a este viernes que pasa a la reserva activa.

El agente Picho junto a su hijo Carlos dos Santos.
El agente Picho junto a su hijo Carlos dos Santos.

Un centenar de vecinos de las comarcas de Monterrei y Conso-Frieiras despedían al agente Amadeo dos Santos, conocido como “Picho”, tras 33 años de dedicación al cuerpo de la Guardia Civil, 30 de ellos en el puesto de A Gudiña.

Arropado por sus compañeros, familiares y amigos -“como bien se merece”, decían muchos de los presentes-, Picho se despide tras una trayectoria profesional que él mismo define como “intensa, de colaboración e coa motivación de axudar aos veciños”.

El emotivo encuentro tuvo lugar en el restaurante Bruma, donde los asistentes pudieron disfrutar de una cena muy animada, marcada por los recuerdos, la gratitud y las numerosas muestras de cariño a una figura muy reconocida y querida en la zona. Durante el encuentro, no faltaron los brindis, los recuerdos, las anécdotas y alguna que otra lágrima. Y es que natural de Tamaguelos (Verín), Picho se ha convertido a lo largo de las décadas en un vecino más de As Frieiras, integrado en su vida social y comunitaria.

El agente pasa ahora a la reserva activa a sus 57 años -tras haber prorrogado un año más su servicio- en una despedida que, desde luego, ha estado a la altura de su labor. Él es para muchos su Guardia Civil de referencia, un profesional que deja una huella profunda en todos aquellos que pudieron conocerle.

Las palabras de gratitud y cariño son abundantes entre la población y todos coinciden en que “imos estrañar moito a Picho e a súa enerxía positiva que contaxiaba a todos os que estaban o seu carón. Aínda que se retire, sabemos que vai seguir vindo a visitarnos porque nos ten tanto aprecio como nós a el”.

Ejerció su labor con respeto, compromiso y cercanía, dejando el mejor legado posible: el aprecio sincero de sus compañeros de profesión y vecinos.

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