mi DECÁLOGO SOCIAL

La utilidad de una cosa no es lo mismo para todos, por eso no quiero decir que lo que a continuación expongo sea útil para todos, sino más bien digo que puede ser útil, y con esta premisa quiero comenzar: Mi Decálogo social.
Un principio de vida sin embargo vale para todo ser humano, sea cual sea su: raza, credo, ideología. Durante más de 30 años en mi instituto he desarrollado actividades relacionadas con educación en valores. Valores y vivencias que tan necesarios son en la sociedad actual. En España no podemos seguir en la cola de todo, somos analfabetos potenciales: no tenemos comprensión lectora, no tenemos habilidades matemáticas y pienso que tenemos además escasez de valores: valores sociales; valores morales y éticos; valores de: convivencia, paz y concordia.

Yo diría que falta mucho por hacer. Las ideas para que todo mejore en su mayoría están ya inventadas, sólo hace falta insistir y explicar para convencer, el aprendizaje exige un repetir con destreza y habilidad para que el mensaje llegue a todos de manera inteligible. El ejemplo de cada uno es muy importante para mejorar la sociedad.

Hoy día, por desgracia, los escándalos de los poderosos son un grave peligro para el equilibrio del entramado social y para la mejora de la sociedad. Estos pienso que podrían ser unos firmes pilares para construir un mundo mejor:

Primero: Si a la concordia, y al diálogo y comprensión entre las naciones, los estados, los pueblos y las familias. Sí a la paz. Sí a la libertad. Sí a la cultura y educación. Sí a la verdad.

Segundo: No al aborto. No a la guerra. No al terrorismo ni a la violencia. No al hambre. No a la esclavitud. No al paro. No al egoísmo. No al aprovechamiento y utilización inhumana del más débil.

Pienso que todos nosotros ante este panorama podemos hacer muchas cosas y no escondernos en el anonimato de una crítica improductiva e ineficaz o en un: 'Aquí no se puede hacer nada' ciertamente ineficaz e infecundo.

Para poder colaborar hay por ejemplo: bancos de alimentos, escuelas de alfabetización, programas de difusión de la cultura, asociaciones pacifistas, comunidades de oración para los creyentes, medios de comunicación para difundir buenas ideas, misiones en países desfavorecidos para pobres, hambrientos, enfermos. Y estar dispuestos a dar siempre en todas estas cuestiones buen ejemplo siendo generosos y coherentes y extender, con dinamismo y valentía, la llama del verdadero y exigente amor que nos dejó Cristo.

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