Inspirado en hechos reales

Cuando, de buena mañana, me dispongo a ojear la prensa en estos tediosos días de finales de un mes de julio marcado por la tristísima tragedia ferroviaria de Santiago, intento retener en la memoria aquellas noticias que, eventualmente, me pueden servir luego de excusa para desarrollar la modesta colaboración epistolar que, de un tiempo a esta parte, vengo manteniendo con los lectores de este periódico. Es decir, que siempre intento contar historias basadas en hechos reales, ya que la triste y cotidiana realidad no da para demasiadas fantasías.
'El PP vota en contra de dar una calle a Nelson Mandela en Toledo'. Tal como suena, ni quito, ni pongo. La información añadía que la correspondiente propuesta para cambiar el nombre de '18 de Julio' por el del convaleciente líder antiapartheid sudafricano había sido, finalmente, aprobada gracias al respaldo de IU y PSOE; o sea, por el rojerío de toda la vida. Pocas cosas más que comentar en relación con esta escueta noticia procedente de la imperial capital castellano-manchega. Ante todo, cabe reconocer que los que votaron en contra han demostrado ser los nostálgicos y auténticos herederos sociológicos del general José Moscardó ('¡el Alcázar no se rinde!') y, por tanto, han sido absolutamente consecuentes con su pasado.

A propósito de esta cuestión en concreto, recuerdo que hubo un tiempo, allá por mediados de los años 80 del pasado siglo, en el que un servidor se encontró en un trance un tanto delicado cuando intentaba persuadir a un dirigente vecinal de la necesidad de cambiar el muy franquista nombre de un barrio de viviendas sociales de una comarca de Girona, por otro, digamos, que más democrático. Su contundente y enérgica respuesta, por momentos, me dejó mudo: '¡Es que no le gusta el que tiene!' Si la memoria no me falla, el líder vecinal resultó ser un ex-guardia civil catalán que se apellidaba Serrats. En aquella época, un servidor ejercía el cargo de directivo de una empresa pública de la Generalitat de Catalunya. Dicho de otra manera, provisionalmente, me encontraba al otro lado de la frontera periodística, pero la experiencia fue enriquecedora y mereció la pena.

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