LA LEALTAD COMO DON

n n nCaballero, generoso, amigo del amigo, fiel a sus compromisos y, sobre todo, un vitalista.
Así recuerdo a Antonio Sánchez Gil; un buena persona que nos ha dejado. Un hombre que por encima de las diferencias políticas sabía valorar el don de la amistad. Pese tener ideologías diferentes, existía entre nosotros una empatía que nos permitía mantener conversaciones sobre cualquier tema y disfrutar de ello aprendiendo de su dilatada experiencia. Conversador ameno, viajero impenitente, humilde y atento a los deseos de los demás. Disfrutaba de la vida, gozaba de la presencia de los suyos, demostraba cada día vencer a la enfermedad con una voluntad de hierro, saliendo a la calle todos los días con gran esfuerzo que no le hizo perder la sonrisa y el sentido del humor, convirtiéndose en un ejemplo a imitar.

Antonio fue un fiel colaborador de otro gran hombre, Eulogio Gómez Franqueira; amaba su obra, llevaba con orgullo la presidencia del grupo Coren y desde ella, fue magnánimo con los demás. Su participación desinteresada en todo evento en el que se solicitaba su ayuda lo hacía imprescindible, sobre todo en la villa de Xinzo.

Ahora está en otra dimensión abrazando a su hijo Toño, que los avatares del destino le habían arrebatado cruel y prematuramente, al que trasmitirá el gran amor que le tienen su madre, Raquel, su esposa, Juliana, sus hijos, Daniel y David, su hermano Jorge y todos aquellos que lo conocieron.

Hoy, a los demás, nos queda recordar a Antonio Sánchez Gil como un buen amigo, que deja un importante vacío. Hasta siempre Antonio.

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