LOLA, LA NIÑA DE CEA, los tapones y el alcalde

Leído así, una niña más...
Pepa... Leticia... Ana. Pero Lola, la niña de Piñor (que vive en A Coruña) es un ser diferente, sufre parálisis cerebral. Sus padres carecen de medios necesarios para mejorar su salud. Parece ser que sus abuelos son vecinos del Ayuntamiento. El alcalde de Piñor, Francisco José Fraga, lanza una nota al periódico La Región el sábado 24 de marzo de 2012 para 'recogida de tapones' para recaudar fondos como ayuda solidaria. ¡Oh la recogida de tapones! Yo, como persona cristiana y humana, desde Ourense también quiero colaborar. ¿Cómo? Pues entregando tres sacos de tapones que tenía en casa y tres o cuatro bolsas más pequeñas. ¡Montones!

Primer paso: Llamo al Ayuntamiento preguntando si podrían recogérmelos, a lo que la telefonista responde que allí tenían una caja para echarlos.

Segundo paso: Llamo al Centro de Salud y me dicen que ellos tienen una cajita para recogerlos. Insisto en mis llamadas al Ayuntamiento para poder hablar con el alcalde, pero siempre estaba ausente, hasta que por fin la señorita que atiende el teléfono me indica que deje mi número y ya se pondrá él en contacto conmigo. Ni que decir tiene que esa llamada, a 30 de abril, no se había producido.

Tercer paso: Llamo a la farmacia de doña Marina Diéguez, quien al margen de no tener una solución, me trató de una manera explícita, atenta y agradable en el trato (que Dios se lo pague).

Señor alcalde Francisco José Fraga: No se puede jugar con la gente como usted lo hace. Hay que colaborar y ayudar de verdad y no de boquilla para salir en los medios de comunicación. Así nos luce el pelo. Mucho bla, bla, bla, pero a la hora de la verdad, nada. Me pregunto si con tanto empleado, tanto coche oficial de aquí para allá, no podrían haber prestado algo de ayuda a alguien que quiere colaborar en una causa justa. ¡Naranjas de la China!

Señor alcalde, ha ganado usted y yo terminaré llevándolos (por la niña, no por usted) a la farmacia que, como le digo, fue en el único sitio en donde se me trató con cariño y afabilidad, tanto por parte de la farmacéutica como por sus empleadas. Por cierto, la cantidad de tapones que yo llevé, no los junta usted en sus cajitas ni en seis meses.

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