La ministra de Fomento, Ana Pastor se ha encaramado últimamente a las páginas de la actualidad informativa y no desaprovecha la ocasión para subirse a un AVE cualquiera y largar por su boquita que los madrileños y castellano-manchegos ya pueden viajar en poco más de un par de horas a 'sus playas' de toda la vida -es decir, a los arenales levantinos-, a bordo de tan moderno y rápido medio de transporte.
O sea, que a partir de ahora mismo, bien podríamos pregonar: ¡vaya, vaya, en Madrid ya hay playa!, rememorando a 'The Refrescos', autores de la canción 'Aquí no hay playa', que esta banda madrileña popularizó el año de la caída del muro de Berlín (1989).
La ministra zamorana, gallega de adopción, también se ha movido este mes de junio del maléfico 2013 por el noroeste peninsular para reafirmar su compromiso de acelerar el llamado eje atlántico de la alta velocidad; cosa que, al parecer, no ha gustado demasiado a algunos políticos catalanes, que han criticado el exceso inversor que Fomento realiza en Galicia. Ya ven, a pesar de un año tan pasado por agua, nunca llueve a gusto de todos. Se da la circunstancia de que Ana Pastor es la única ministra de Fomento de la democracia con la que -desde el punto de vista estrictamente periodístico-, no me he relacionado personalmente.
Sin embargo, durante años mantuve una particular relación profesional con mis 'amigos' los ministros de Fomento. Por ejemplo, con Josep Borrell, un día nos quedamos colgados del ascensor de una recién inaugurada torre de control del aeropuerto barcelonés y me pidió que omitiera el incidente. Con Francisco Álvarez Cascos me las tuve más de una vez, porque siempre le incordiaba con la misma pregunta; mientras que Magdalena Álvarez -la entrañable 'Maleni', del 'ante partía que doblá'-, me respondió en otra ocasión que ella ya no sería ministra cuando se planteara la necesidad de construir en El Prat una cuarta pista sobre el mar. Por último, a Pepiño Blanco lo tuve delante el día que se inauguró la T-1, en tiempos en los que la operación 'Campeón' todavía no le había salpicado.
La ministra zamorana, gallega de adopción, también se ha movido este mes de junio del maléfico 2013 por el noroeste peninsular para reafirmar su compromiso de acelerar el llamado eje atlántico de la alta velocidad; cosa que, al parecer, no ha gustado demasiado a algunos políticos catalanes, que han criticado el exceso inversor que Fomento realiza en Galicia. Ya ven, a pesar de un año tan pasado por agua, nunca llueve a gusto de todos. Se da la circunstancia de que Ana Pastor es la única ministra de Fomento de la democracia con la que -desde el punto de vista estrictamente periodístico-, no me he relacionado personalmente.
Sin embargo, durante años mantuve una particular relación profesional con mis 'amigos' los ministros de Fomento. Por ejemplo, con Josep Borrell, un día nos quedamos colgados del ascensor de una recién inaugurada torre de control del aeropuerto barcelonés y me pidió que omitiera el incidente. Con Francisco Álvarez Cascos me las tuve más de una vez, porque siempre le incordiaba con la misma pregunta; mientras que Magdalena Álvarez -la entrañable 'Maleni', del 'ante partía que doblá'-, me respondió en otra ocasión que ella ya no sería ministra cuando se planteara la necesidad de construir en El Prat una cuarta pista sobre el mar. Por último, a Pepiño Blanco lo tuve delante el día que se inauguró la T-1, en tiempos en los que la operación 'Campeón' todavía no le había salpicado.
